7.

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MELISSA

Son las dos de la tarde, he estado leyendo durante horas, tantas que casi me he terminado el libro. Por lo menos no he muerto de una insolación. Tengo mi vestidos recogido para que el rayo de sol que alcanza mi piel quede justo a la altura de mis piernas. Estoy a punto de levantarme para volver a casa antes de comer e ir a la playa con mi familia. Cuando noto una persona aproximándose a mi.

 No sé quién es pero lo miro curiosa, quizá sea un turista. «Joder, que guapo eres» pienso mientras me doy cuenta que aun tengo mi labio mordido y el ceño fruncido de haber estado horas concentrada. 

Y así sin ninguna explicación, sin ningún tipo de interacción, se detiene en seco y gira sobre sus talones.

 ¿Qué acaba de pasar? No me permito curiosear mucho más tiempo, veo que no está solo, se acaba de juntar con un chico rubio bastante alto y una chica, también rubia. No tienen pinta de turistas, pero entonces ¿a que ha venido eso? Antes de marchar en dirección hacia la casa de mi abuela vuelvo a mirar atrás.

No sé quién eres, pero la sensación de esta mañana ha vuelto a mi.

Acabamos de terminar de comer y mi padre está montando las bolsas en el coche mientras tanto aprovecho para subir hasta mi habitación y coger el otro libro que había traído de repuesto. A este paso tendré que buscar una librería en el pueblo. Siempre puedo leer los libros de la estantería de Maggie, pero hay algo adictivo en las librerías y en el hecho de ir a comprar libros.

Cuando llego abajo todos están ya dentro del coche esperándome. Hemos decidido que no iríamos a las playas más cercanas a la zona turística y mi abuela nos llevará a las que los ciudadanos del pueblo aprovechan para visitar en temporada alta de turistas. Como ya os comenté al principio, soy bastante poco social, así que cuantas menos personas mejor.

Al llegar el ambiente en esta zona es mucho más diferente a la que he presenciado en el puerto, es más tranquilo y está lleno de camionetas con tablas y tablas de surf dentro, a diferencia las afueras de los hoteles y apartamentos de la isla, donde los coches son lujosos, grandes y muy caros.

Lo primero que hago nada más llegar (además de ponerme protector solar) es extender mi toalla en la tumbona bajo la sombrilla, sacar mis auriculares de la mochila y después de quitarme mi vestido azul y dejarlo doblado a modo de almohada, me tumbo por fin. 

Quiero desconectar y nadie me va impedir que levante la vista de este libro hasta que lo termine.

¿O quizás estaba equivocada?

No se porqué pero antes de llegar a la última página de mi libro, donde los protagonistas se confesaban amor eterno hay algo en mi que me incita a mirar hacia el mar.

Y ahí están, ese par de ojos que he reconocido de inmediato. 

Son los ojos del chico que se había "acercado" a mi esta mañana. ¿Pero por qué se habría dado la vuelta? Es algo en lo que no he podido dejar de pensar en todo el día.

Antes de poder analizar mis movimientos, me estoy levantando y camino en dirección a esos ojos, ¿qué estoy haciendo?

Las otras dos personas que le acompañaban esta mañana también me están mirando mientras avanzo en su dirección colocando mis gafas de sol encima del puente de mi nariz. En mi otra mano aun llevo el libro con un dedo marcando la página en la que me he quedado.

¿Qué es lo que estás haciendo, Melissa? ¿Acaso sabes que vas a decirle?


Entonces llego, y ahí estoy, plantada delante de tres desconocidos. El rubio tiene una expresión burlona, la única chica está observando mis colgantes, y el... bueno, creo que ahora mismo tenemos la misma expresión facial. Como si hubiéramos visto un fantasma.

—Hola —es lo primero que verbalizan mis labios.

—Hola —repite los suyos. Dios sus labios, y sus ojos, como los describiría... y su voz, grave y profunda... sigo perdiéndome en las facciones de su rostro hasta que una voz femenina me trae de vuelta.

—¡Hola! me flipan tus collares —su voz es fuerte pero dulce, tiene unas facciones duras pero aniñadas, es muy guapa y tiene una melena rubia teñida por el sol y el agua de mar.

—Mmm gracias —añado avergonzada, no sé muy bien qué es lo que estoy haciendo así que antes de seguir haciendo el ridículo decido soltar lo primero que se me pasa por la cabeza.

—¿Nos conocemos? —cambio la expresión de mi cara por una menos tensa.

—No, pero si quieres nos podemos conocer —escucho como otra voz desvía mi mirada hacia ella.

—¡Ryan! —exclama la voz femenina. Ósea que el rubio se llama Ryan.

—Joder Franky déjame, estaba intentando destensar la situación... —y la rubia se llama ¿Franky?, ¿y tú, cómo te llamas tú?, venga dime tu nombre.

Como si me estuviera leyendo el pensamiento sus ojos vuelven a fijarse en los míos, —Logan, y estos son Ryan y Franccesca —señala a sus dos amigos. Una ola de sensaciones desconocidas que no consigo identificar invaden mi cuerpo al escuchar decir su nombre, Logan.

—¿Cómo te llamas tú reina? —Ryan habla esta vez.

—Me- —a voz de mi hermano gritando a lo lejos interrumpe mi presentación.

—¡¡Melissa, Nicola te está llamando!!

—Lo siento, tengo que irme —digo en voz baja mientras froto mi frente.

Volviendo a mi toalla noto como alguien me agarra de la muñeca y hace girar mi cuerpo, desestabilizando y chocando contra un pecho descubierto. 

Estaba fuerte y trabajado. Cuando vuelvo en sí y asimilo que me he quedado observando unos abdominales bronceados por el sol, la mano que agarraba mi muñeca ahora está recogiendo mi libro del suelo. Mis dedos temblorosos por el frenesí de la situación en la que me encuentro, sin despegar la vista del libro lo reclaman de esas manos, grandes y repletas de anillos. No me da tiempo a girar sobre mis talones para seguir mi trayectoria y las mismas levantan mis gafas de sol colocándolas a modo de diadema sobre mi cabeza, retirando el flequillo  de mi rostro y dejando mis ojos al descubierto.

Sus ojos encontraron los míos, y en ese mismo instante todo lo demás desapareció. ¿Quién cojones eres Logan y que estás haciendo conmigo?

—Un placer conocerte por fin, Melissa —escuchar sus labios pronunciando mi nombre hace que me tiemblen las piernas.

Y sin dejarme responder Logan da media vuelta y se dirige a la orilla donde lo esperan sus dos amigos. Suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo y me tomo unos segundos para recuperar la respiración.

Llego a mi hamaca y cojo la llamada, que con esta ya es la tercera que hace Nicola.

Son las once de la noche, y acabo de salir de la ducha, llevo puesto unos shorts de algodón lilas y una camiseta blanca del mismo material. No he querido salir con mis padres al puerto, estoy exhausta. Sin siquiera secarme el pelo decido meterme entre las sábanas blancas y cubro mi cuerpo con el edredón que mi abuela ha sacado solo para mí. No me preguntéis por qué, pero necesito dormir tapada y no hay calor que cambie eso.

Normalmente habría tardado media hora en quedarme dormida, pero ese día me quedé k.o en menos de 5 minutos. 


Esa fue la primera noche que soñé con esos ojos verdes. 




¿Qué tal? ¿os está gustando como empieza está historia?

Todavía nos nos queda mucho viaje y mucho verano. Este detalle está destacado en la portada del libro, pero por si acaso lo vuelvo a repetir. El libro contiene escenas +18, a  mi me gusta leerlas y me parece que le dan atractivo y vida al libro, todavía no habéis leído ninguna, pero de ahora en adelante puede que vayan apareciendo algunas mas tensas, Melissa y Logan se acaban de conocer, pero ya veis como es el panorama entre ellos... espero estar a la altura y espero escribirlas bien. 

Os quiero mucho!! 

Chao bacalao 

Sempiterno(1) {terminada} PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO Where stories live. Discover now