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El sonido de los carros pasando y las personas hablando llenaba el aire de esa mañana de primavera, el olor de las flores que apenas habían florecido inundaba el parque y llenaban las sensibles fosas nasales del azabache que se encontraba bajo la sombra de un árbol.

Movía sus piernas ansioso, a la espera de su compañero. Habían quedado en verse en ese parque para hablar sobre aquellos sentimientos que habían quedado inconclusos.

Habían pasado al menos tres meses desde que Jon se había aparecido en el patio trasero de la mansión Wayne para ver el estado de su compañero Damián, para asegurarse que se recuperaba y que todo iba bien. Sin embargo, las cosas no habían salido como lo había planeado.

En cuanto lo vio caminar bajo la sombra de los árboles con ese gesto tranquilo no pudo evitar quedarse y observarlo con detenimiento. Se veía tan delicado y relajado, incluso los latidos de su corazón eran tan suaves que envolvieron los oídos del menor y lo atrajeron hasta el punto que cuando se dio cuenta estaba parado frente a él.

Las cosas se habían vuelto tan caóticas en cuestión de segundos.

Recuerda la palidez de Damián al verlo y la tensión de sus músculos, esos ojos jades temblaban de anticipación y su voz parecía haber perdido fuerza, porque no fue capaz de decir nada por mucho que abriera y cerrará la boca.

Jonathan por su parte también perdió todo hilo de pensamientos o capacidad para hablar, se había dado cuenta de la estupidez que había hecho al acercarse a su compañero a pesar que aún estaba en recuperación y aún así no fue capaz de moverse.

― Jonathan Kent.

El nombrado sacudió la cabeza volviendo a la realidad en cuanto escuchó aquella autoritaria voz. Levantó la cabeza y vio un par de gemas jade que lo miraban con molestia y duda.

― Damián - tartamudeo al verlo parado frente a él – ¿Hace cuánto que llegaste?

― Llegue hace unos minutos, ¿en qué pensabas para que ni siquiera fueras capaz de notarlo? – la pregunta venía con un tono implícito de burla, que más allá de molestar al menor simplemente lo alivio.

Estaba feliz por saber que Damián actuaba con normalidad junto a él, que no estaba incómodo o molesto.

― Simplemente recordaba cuando fui a verte – se sinceró con un deje de vergüenza.

― ¿Quieres decir cuando irrumpiste en mi casa como un delincuente? - la sonrisa burlona de Damián paralizó por unos segundos el corazón del chico mitad kryptoniano –. Grayson casi pierde la cabeza cuando se enteró.

― El señor Wayne amenazó con rociar kryptonita en nuestra comida si volvía a aparecer en tu casa – recordó Jon con escalofríos, Damián sonrió divertido antes de negar con la cabeza.

Ambos caminaron alrededor del parque hablando de trivialidades, poniéndose al día con los eventos diarios de sus vidas y alguna que otra anécdota de la nueva conducta sobreprotectora de sus hermanos adoptivos hacia el menor.

Jonathan sonrió cuando sintió una calidez que le recorría el pecho. Estaba tan feliz de ver las cosas fluir con normalidad y sobre todo, de ver a Damián recuperado casi por completo.

El que las cosas se hubiesen vuelto tan caóticas había sido casi por completo su culpa, él había sido el responsable del estado de su mejor amigo, había sido el responsable de su dolor.

Sin embargo, había algo que aún no entendía y que le daba vueltas en la cabeza desde que las cosas se habían calmado.

Una duda que le carcomía y desesperaba en igual medida, una duda que sólo Damián sería capaz de responder.

HanahakiWhere stories live. Discover now