❝ Yeosang es un niño de siete años que diagnosticaron con Hafefobia a muy temprana edad. Yunho es un niño de nueve años que no sabe por qué tiene que jugar con otro pequeño que ni siquiera conoce y además parece tenerle miedo. ❞
ESTÁ OBRA NO ES DE...
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Yeosang y Yunho hacían sus deberes en la pequeña mesa de la sala.
Como esta era baja, estaban sentados en la alfombra. La televisión estaba encendida, con un programa musical.
— Yunho, ¿Qué ocurre?
— Tengo sueño. Anoche no pude dormir, quiero morir un rato.
— No, no ¿Qué haría yo sin ti?
Aquello hizo que el estómago de Yunho se sintiera extraño y doliera agradablemente, de alguna manera. No sabía como explicarlo.
Yunho puso su lápiz en el cuaderno de Yeosang y dibujó un solecito en la esquina.
— Ese eres tú.
— ¿Es un Sol? Parece una flor.
Yeosang rió y Yunho frunció el ceño.
Yeosang dibujó un perrito en el cuaderno del mayor.
— Pues, tu eres un perrito.
— ¿Por qué?
— Porque eres amable con todos. No importa la persona que sea, aún así le eres leal. Y eres muy tierno.
— Buen punto, Kang Yeosang.
— Pues gracias, Jeong Yunho-Hyung.
Yunho recordó que el cumpleaños número 16 de Yeosang estaba cerca.
Pero no quería mencionar nada al respecto. Le había pedido permiso a su madre para poder llevarlo a algún lugar especial ese mismo día o quizá la semana entera. Para que estuviera lejos de todo por un momento.
— ¿En qué piensas, Hyung?
— ¿Eh?— El mayor salió de sus pensamientos y miró al menor, que repentinamente se había acercado más a él. —Nada, Sanggie.
— Hyung.
— ¿Mmh?
— ¿A ti alguna vez te ha gustado alguien?
— ¿Por qué lo preguntas?
— Solo quiero saberlo.— Yeosang se concentró otra vez en su tarea. Yunho tuvo el impulso de reír por la actitud del menor.
— Yeosanggie.
— ¿Quép?
Yunho le tocó el hombro y al instante en que el pelinegro levantó la cabeza en dirección a su amigo, este se acercó lento a él y dejó un casto beso en sus labios en cuanto vio la aprobación en los ojos de Yeosang.
— La única persona que me ha gustado has sido tú.
Yeosang tapó su rostro y sintió lágrimas en sus ojitos. Pero no eran de ansiedad o nerviosismo como antes, con Yunho las cosas eran diferentes ahora. Tenía tanta vergüenza que podría morir por ello. Yunho hacía que el menor pudiera olvidar su problema, le hacía sentir como alguien normal.
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