|15; Volver a encontrarnos.

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Alma.

Estaba parada sin entender absolutamente nada, estaba viendo a la persona que más amé en mi vida después de dos años; pero a mí solo me llamaba la atención esa nenita hermosa que estaba colgada de su brazo, escondida por la timidez.

Había esperado tanto este día, realmente había perdido la cuenta de la cantidad de noches que lo soñé, pero jamás me imaginé que estaría con él, que jamás la separaron de él... en cambio de mí sí.

—Justi... —murmuré porque no me salían las palabras, ella solo me miraba con un poco de miedo ya que estaba abrazada a su papá mientras que yo sentía como mis ojos empezaban a llenarse de lagrimas.

La tenía acá, por primera vez en dos años, la volvía a tener conmigo y nada me llenaba más de ilusión que esto; aunque quizás solo la vea hoy y nunca más, necesito sentirla y abrazarla fuerte, necesito estar con ella... necesito tenerla en mis brazos al menos una última vez.

—Alma, yo... —ninguno de los dos le salían las palabras, seguíamos igual o más sorprendidos que antes— Perdóname. —soltó después de unos largos segundos, una pequeña carcajada sin gracia se escuchó de mi parte, con sarcasmo, muchísimo sarcasmo.

—¿Perdón? —hablé con una sonrisa irónica— ¿Perdón por qué, Lionel? —lo miré con bronca, sentía muchísima impotencia en este momento— ¿Perdón por dejar que me alejen de ella o por no decirme que realmente la tenías vos? Me das asco. —escupí con asco, quizás me iba arrepentir de cualquier cosa que pudiera llegar a decir, pero necesitaba sacar todo esto que venía aguantando hace mucho.

—Coty, te juro que no fue como pensas. —negaba con pena y suspiró— Yo jamás estuve de acuerdo con esto y de verdad hay una explicación atrás de todo. —asintió lentamente, los ojos de los dos estaban llenos de lágrimas y por otro lado, el morocho nos miraba sin entender que estaba pasando.

—Alma, para vos soy Alma. —corregí con bronca y él volvió a asentir— Entonces empeza a explicarme, dale.

Él tomó aire y se agachó lentamente para quedar a la altura de la chiquita— Hija, ella es Alma... Mejor preséntate vos.

—Hola hermosa. —me agache accediendo a lo que me había pedido— Yo soy Alma, me da muchísimo gusto conocerte. —sonreí y tenía un huracán de sensaciones, jamás me imaginé tenerla tan cerca.

Ella se soltó de su papá y me dedicó una sonrisita a boca cerrada, nunca me imaginé que verla sonreír me iba a calmar así el alma, no puedo explicarles la felicidad que siento al poder verla.

Bien o mal, a pesar de toda esta mierda, su papá la está cuidando bien.

—Hoda, mami... —murmuró la chiquita todavía con esa sonrisa, el corazón se me detuvo y los ojos se me volvieron a llenar de lágrimas; me quedé helada al escucharla decir eso.

—Justina alguna vez iba a poder acercarse a vos, tiene que saber quien sos. —asintió Lionel, lo miré con mi boca entreabierta y mis ganas de abrazarlo aparecieron; me sentí mal por tratarlo así anteriormente.

—¿Sabes quién soy? —pregunté muy bajito, ella no me respondió solamente se acercó a mí y me abrazó, me abrazó haciendo que todas mis partes rotas se volvieran a juntar; me llenó de paz.

Cerré los ojos al sentir sus bracitos rodearme, no quería que este momento terminara nunca, me quedaría toda la vida en un abrazo de ella; me quedaría para siempre con ella.

No entendía como una persona tan chiquita me podía alegrar tanto la vida, tenerla tan cerca de mí me devolvió las ganas de vivir, esas que hace mucho había perdido.

solo por vos; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora