Interrogatorios... ¿En una estación de policía?

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- ¡Julieta!

- Mmm...

- ¡Julieta despierta!

- Otro ratito... -Haciendo caso omiso a mis súplicas desesperadas, Willy me sacudía como si fuera una piñata sobre la cama.

- ¡Está aquí! -murmuró con urgencia.

Limpié la baba de la comisura de mi boca y lo miré con ojos entrecerrados y el ceño fruncido. - ¿Quién? ¿Santa Claus? ¿Trumph? ¿¡Mamá!? -La última opción me hizo abrir los ojos de golpe e incorporarme enseguida. Si Nancy estaba aquí, quería decir que estábamos en graves problemas. Los cuatro jinetes del apocalipsis eran unicornios al lado de esa mujer.

- ¡No! ¡Tonta! -Willy se golpeó la frente con la palma abierta. - Edward Cullen está esperándote en la sala. -Abrí los ojos desmesuradamente, para luego dejar escapar una breve carcajada.

- Que gracioso Willy... ¿Qué desayunaste? ¿Un circo?

- ¿Tengo cara de estar bromeando?

No. Tenía cara de coqueto. Sonrojado y sonriente.

Oh diablos.

***

Luego de tomar un baño y vestirme a la velocidad de la luz, salí de mi habitación para encarar la escena dantesca de la cual me había advertido Willy.

Edward, había salido de su cripta muy temprano para venir a buscarme, hasta mi casa.

Sin embargo, no contaba con que mi hermanito, justo hoy se atrasaría y se encontrarían, de modo que, para que no muriera de frío a la intemperie, lo invitó a pasar.

Esa era la versión oficial.

La extraoficial y más realista, es que Willy lo había sacado a rastras del auto y lo había sentado en el comedor para leerle la carta astral y medir el nivel de compatibilidad que teníamos como... pareja.

No era necesario tanta fecha y hora de nacimiento para saber que él estaba en Mercurio retrógrado con ascendencia en Géminis y yo en otra galaxia a miles de años luz.

A pesar de mis pronósticos y cavilaciones, estaba allí, sentado en la cocina junto a mi hermano, que vestido con su uniforme de paramédico debía llevar mil horas de atraso en su afán de entretener al joven de cabello cobrizo.

***

Iba muy concentrada mirando cada detalle del vehículo de lujo, cuando Edward me sacó de mi ensimismamiento.

- Estás muy callada el día de hoy, ¿no tienes mil y una preguntas?

- Claro que sí ¿qué se siente dormir en un ataúd? ¿Da claustrofobia? ¿Te transformas en murciélago o en otro animal? ¿Tienes súper poder...

- Una a la vez... -una sonrisa torcida asomó en sus labios carmesí. Sin embargo, era evidente que lo había abrumado.

- Ups, lo siento...

Con la edad llega la madurez. O eso dicen. Estaba a meses de ser una adulta, pero, seguía comportándome de manera impulsiva, no lograba tomarle el gusto a la lectura ni a la música clásica y tenía una predilección por la comida chatarra...

Y ni con todo el poder del amor y la amistad iba a cambiarlo de la noche a la mañana, lo cual hubiera sido lo ideal para ser del agrado del muchacho a mi lado. Edward era la perfección personificada, tanto física como moralmente y asumo buscaba algo tan bueno como el pan. Una musa única y especial. Alguien como... ¿Bella?

- No duermo en un ataúd.

- ¿Un mausoleo?

Soltó una carcajada que sonó como la más melodiosa tonada. Sacudí la cabeza y desvié la mirada hasta la ventana.

(Fanfic de Crepúsculo) Del amanecer al ocasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora