El olor de tu sangre

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Porque nadie se acordó de que este fic existía (ni yo) salvo una usuaria de Booknet hace 4 días, con ustedes "El capítulo más cursi" (ahora renombrado el olor de tu sangre).
Se agradecen críticas, comentarios, saludos, pronósticos del tiempo, funas (ah no, esas no)

¡Nos leemos!


Abrí la boca, para cerrarla de manera abrupta.

¿Estaba confesando un crimen?

No.

De otra forma habría agregado algo más, como que su debilidad eran los calvitos que viven a las orillas de un río.

El rostro de Edward se había endurecido, hasta asimilarse a una máscara insondable.

Luego de un silencio innecesariamente largo e incómodo, cabreada me incorporé para encararlo.

— Por eso nadie quiere ser tu amigo. Los espantas. —Dije sin pensar. Lo cual tampoco es como que fuera la gran novedad, porque el 90% de lo que digo o hago es sin una previa meditación.

— Tal vez sea su instinto de supervivencia el que les advierte que se alejen.

— Bueno... Es tu decisión si quieres que todos se alejen de ti y te vean como a un fenómeno. —Me encogí de hombros y monitoreé su reacción.— Sin embargo, vas a tener que hacer un mejor esfuerzo para que yo salga corriendo. — Con pasos ligeros y apurados, acorté la distancia entre nosotros. — Si tu plan era asustarme, déjame decirte que es un rotundo fracaso. —Concluí entre murmullos.

Desvié la vista hasta sus brazos, que colgaban flojos a su costado, mientras yo ponía todo mi esfuerzo en cesar el temblor de mis manos.

Aguantando la respiración, extendí los dedos para tocar su torso, temerosa de su rechazo.

Edward entrecerró los ojos y pausó la respiración hasta hacerla imperceptible. Su piel fría y suave se sentía dura bajo la yema de mis dedos.

Estaba ascendiendo por su brazo, con la clara intención de llegar a su rostro cuando me detuve.

¿Qué estaba haciendo?

Retrocedí todo lo que pude en aquel lugar lúgubre y estrecho y me di un cabezazo contra una roca.

— ¡Mierda! —musité mandando el encanto al demonio.

Edward, abrió los ojos de golpe y esbozó una sonrisa siniestra.

— Mi voz, mi cara, incluso mi olor, están hechos para atraer humanos. —Siseo, acortando la distancia entre nosotros.

Sus labios carmesíes estaban a centímetros de los míos y su aliento frío me cosquilleaba la cara, aturdiéndome con su dulce esencia. Me encogí de hombros, aguantando la respiración y las ganas de callarlo y probar su suave boca.

— Pues te topaste con el humano más pendejo y superficial, parece...

Frunció el ceño y se alejó. Dándome la espalda, en medio del prado, alzó el rostro, bañándose de la luz que destellaba en sus facciones de granito.

Di un jadeo y me llevé una mano al pecho. Cuidando de no caerme, lo seguí hasta que estuvimos frente a frente.

— Soy el depredador más letal del planeta.

Ay, a mí se me hace que te estás dando color...

Rio con amargura y corrió veloz, hasta el otro extremo del prado. Con una mano arrancó una rama de proporciones, de un viejo árbol nativo cuyo nombre no sabía y la estrelló contra otro árbol colosal, a varios metros de distancia. A pesar de ello, el sonido fue penetrante y ensordecedor.

(Fanfic de Crepúsculo) Del amanecer al ocasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora