Macarrones con queso y besos [Extra]

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Definitivamente, este es el último extra de está pequeña y linda historia que inicié cinco meses atrás. La verdad no pensé que tendría las lecturas que ahora tiene, y me hace muy feliz, pero toda las historias tienen un fin y nuevo capítulo por comenzar.

Si no conoces más de lo que escribo te invito a pasar por mi perfil, quizás habrá algo que te interese y prometo que todo lo que escribo es de corazón. Estoy agradecida con todas las personas que han leído Coffee, Cream and Sugar y que nuevas personitas pasen por acá, ustedes son un impulso para continuar escribiendo. <3

Sin más, espero leernos pronto por otra de mis historias¡!

ig: _azul369

Jugueteaba con los hilos sueltos de su suéter mientras escuchaba la melodía suave de alguna canción en la estación de radio ambientando el fondo. El dulce olor a miel y coco se volvía agrio para su olfato, frunció su pequeña naricita ante la profunda fragancia.

—¿Estás enfadado conmigo? —murmuró suave, dibujando formas delicadas sobre su rodilla.

El pequeño cachorro de seis años, sentado sobre el asiento del copiloto del auto de su padre, con el cinturón de seguridad cubriendo su delgado y pequeño cuerpo. Su nariz teñida en un color rojizo, causado por tantas veces que la sorbió. Los labios delgaditos y pequeñitos temblando entre los dientes del infante, sosteniendo los sollozos.

—No mi cielo, no estoy enojado contigo —Ese tono suave y cariñoso que usaba siempre que hablaba con sus hijos—. Papá me dijo que no querías bajar, ¿quieres hablar, Nate? —le preguntó en un susurró silencioso, extendiendo su mano hacía la mejilla con los rastros de las lágrimas.

El menor negó, haciendo revolotear esos bucles caramelo y agachando su cabeza. La fragancia a lavanda y dulces de azúcar estaba baja, con esos tintes de tristeza que hacían que su corazón pesara baldosas.

—Nate, tienes que verme a los ojos cuando te hablo. Lo sabes, bebé —Harry alcanzó el botón de volumen del la radio, dejando en un silencio todo el interior del auto.

Nate tuvo que respirar hondo varias veces, su cuerpecito temblaba y hinchó sus mejillas cuando finalmente alzó el mentón. Los ojos azules de su padre estaba ahí, con ese azul tan mágico y único. Las largas pestañas y caídas, siendo la guardia real de esos diamantes. Harry sintió el pecho hincharse al ver al cachorro, facciones tan similares a su esposo; la nariz de botón, respingona o los pómulos altos, pero podía ver los labios llenitos y en color cereza o el mismo lunar bajo ellos, idéntico al suyo.

—Papi —balbuceó Nate, con los ojitos inundados en lágrimas, brillantes, pero opacos detrás de la melancolía y culpa. Louis solía ser mejor que él para guardar la compostura ante esos ojos de cachorro de sus hijos, él no podía. Su corazón caía hasta su estómago y las inmediatas ganas de reconfortarlos, sin importa si la responsabilidad era de ellos.

—Oh, bebé, ven aquí —Harry abrió sus brazos, en una invitación que Nate no diría que no. El pequeño cuerpo de su hijo mayor se pegó al suyo, haciendo que sus brazos se envolvieran sobre su torso, acariciando su espalda en caricias suaves de arriba hacia abajo.

El corazón de Harry se sentía pequeñísimo, ante los sonidos de los sollozos romperse entre los regordetes labios de su bebé. Nate creía que los abrazos de su papi era los más cálidos del universo, siempre que no podía ir a dormir por las noches, detrás de las pesadillas, corría de la habitación para escabullirse en la cama de sus padres. Entre besos y abrazos de sus padres, podía volver a dormir sabiendo que estaba seguro.

Nate era casi una copia a mano de Louis, pero Harry sabía que era igual a él en otros aspectos. La naturaleza de un lobo se daba a conocer al cumplir los cinco años, desde antes de que Nate se mostrara como un omega, sus padres lo sabía. Nate era delicado y tranquilo, le gustaba colorear sentado en el jardín o ver a su papá Louis cocinar el desayuno de deliciosos dulces, prefería contar las estrellas antes de dormir y su voz siempre era suave y tranquila. El olor de Nate siempre había sido delicado, finalmente a los cinco años ese exquisito olor a lavanda y azúcar se presentó.

coffee, cream and sugar ↳ larry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora