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4 años después


La pequeña Omega correteaba por toda la casa, siendo perseguida por su padre, soltando escandalosas carcajadas por estar en aquella divertida situación. Así habían durado por más de veinte minutos y Taehyung ya no aguantaba mucho, a pesar de estar lo suficientemente joven aún.

— ¡Vamos, Jiah! Sabes que tenemos que irnos, ¿verdad, cariño? —la niña se detuvo y observó a su padre respirar entrecortadamente, con sus ojitos grandes llenos de atención. —Si colaboras con papi, te compraré tu leche de fresa que tanto te gusta, ¿sí, mi pequeña Jiah?

La niña camino hasta sus piernas y alzó los bracitos para dejarse poner la camisa. Había captado más que su atención y sonrió enternecido. Hace muchos días que no obtenía su potecito de leche de fresa y seguro ya lo echaba de menos. —Eta bien, papi. —pronunció con un pucherito, le gustaba divertirse con su padre todas las mañanas, pero luego tendría suficiente tiempo para jugar.

A Taehyung siempre se le aguaban los ojos al verla así, su pequeña era lo más adorable que una vez vio. —Prometo jugar en la noche todo lo que quieras, tesoro. —acabó por ponerle su camisita, regalándole su más brillante sonrisa, y la niña correspondió, mostrando aquellos dientecitos que crecían de a poco. Jiah dio saltitos siguiendo a su papá y abrazando sus piernas, como de costumbre, aquel lugar donde se sostenía constantemente para no caer. Había resultado ser lo bastante torpe como su padre, inevitablemente.

¡Eles el mejo, papi! —Taehyung mantuvo su sonrisa y acarició el rostro de la pequeña. Jiah aún no aprendía a pronunciar bien algunas palabras pero él hacía todo lo posible para ayudarla.

Taehyung tuvo a una pequeña niña Omega, hermosa, brillante y valiente, y también muy sana para ser su hija, sin ningún defecto. Ya había compartido más de 4 años con ella y fue mucho mejor de lo que imaginó, ella era un ángel, y terminaba convirtiendo sus días tristes en unos llenos de fulgor y bienestar.

Su tez era igual a la de su padre y aquellos ojitos brillosos y atiborrados de emoción le pertenecía a él.

Pero Taehyung no se encontraba bien económicamente para que la pequeña empezara con su educación en un preescolar, y eso siempre le preocupaba, Jiah tenía que haber empezado desde hace mucho. El ser un Omega abandonado y además sin olor, no era fácil el poder trabajar y conjuntamente tener un buen sueldo, el cual solo consistía en la compra de alimentos y alguna que otra cosa.

Jiah siempre preguntaba qué había pasado con su cuello y porque tenía aquella herida, como lo llamaba ella. La miraba con curiosidad diariamente y Taehyung hablaba que solo fue un pequeño accidente sin importancia, y la niña terminaba acariciando la zona, diciendo que así disminuiría el dolor. Muchas veces Taehyung terminaba llorando por no poder darle la vida que quería a su pequeña. Ella hacía que su dolor emocional bajara hasta calmarlo y llegaba a olvidar todo aquel problema con los cuales tenía que lidiar casi a diario.

¿Pueo ayudate a hacer dulces, papi? —la chiquilla esperó emocionada la respuesta, juntando sus manitos. Jiah, a pesar de ser una cachorra era la persona más colaboradora para sus 4 cortos años, sea cual sea el trabajo ella trataría de ayudar.

—Claro que sí, ve por tu delantal que llegaremos tarde. —Jiah corrió hasta la cocina con sus piernitas y jaló de la tela colorida, arrastrando el delantal por la casa. Aquel mandil era muy especial para la niña Kim. Fue hecho con muchos trocitos de telas que fueron parte de ella de pequeña y Taehyung decidió convertirlo en un regalito especial para su hija. Ella adoraba su delantal y lo prefería más que un juguete, su niña era muy humilde y cualquier detalle que le dieras, ella lo querría con todo su corazoncito.

hopeless soul ⁕ kooktae 국태Where stories live. Discover now