Snuggle moments [Sylki]

Come softly to me

Holding someone's hands is like giving a promise that the two of you will never have to face the world alone.

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Todavía era difícil procesarlo.

Desde ese momento y en adelante, Loki, príncipe de Asgard, estaba casado.

Con una princesa jötunn, de quien no sabía gran cosa, ni siquiera su nombre ya que Odín la llamaba "querida"; Frigga, "hija" y Thor, "cuñada". Además, ella tampoco era muy habladora.

¿Porqué a nadie se le ocurrió que necesitaban una presentación un poco más formal?

O, mejor aún, ¿porqué a nadie se le ocurrió que este casamiento no era una buena idea?

El nuevo rey de Jötunheim, Býleistr, la ofreció como novia en señal de paz y un medio de unión entre ambos reinos, a Odín le pareció demasiado riesgoso despreciarla, eso Loki podía entenderlo, pero... ¿por qué no la comprometió con Thor? No era costumbre en Asgard casar al hijo menor antes que al mayor.

Y a pesar que Loki -ya en privado-, protestó y gritó, no hubo palabras o amenazas que convencieran al Padre de Todo de cambiar su decisión. A decir verdad, se sentía un poco traicionado, como si él fuera un elemento del que se pudiera prescindir, como si su voz no importara.

Así que, en señal de rebeldía, se dedicó a evadir a su supuesta prometida y pasó a ignorar a cada miembro de su familia. Menos su madre, desde luego, a quien todo esto parecía divertirle.

¿Se arrepentía? Muy poco. No es que su futura esposa hiciera muchos intentos por atraer su atención o conversar tampoco, de hecho, no hablaba con nadie que no fuera la reina Frigga. Ya que las doncellas del palacio los atendían constantemente, hablar en voz alta podía ser opcional.

Durante el banquete, después de la ceremonia, Loki le dirigió un par de miradas, con más curiosidad que otra cosa, preguntándose qué pensaría ella de todo esto. Seguramente en otro tiempo no habría sido un escándalo que un príncipe de Asgard contrajera nupcias con una gigante de hielo.

Aunque el término "gigante" difícilmente podría describir a la mujer a su lado.

Era más pequeña que Loki, incluso unos centímetros más baja que Frigga. Su cabello rubio estaba recortado a la perfección por encima de sus hombros y los delicados rasgos de su rostro la diferenciaban de su raza. Podría fácilmente haber pasado por æsir o vanir, si no fuera por el tono azul de su piel surcada por las líneas ancestrales en relieve, propias de los suyos, las cuales podía apreciar sin problemas.

Ella había rechazado los vestidos asgardianos, según escuchó, había argumentado que eran demasiado calurosos. El clima de Asgard, de hecho, ya era demasiado para su piel.

La ropa que llevaba puesta, en cambio, eran dos piezas de fina tela color esmeralda, estratégicamente cortadas y cosidas para dejar al descubierto sus brazos, espalda y vientre, sin ser demasiado escandaloso en los estándares de los æsir. Todo lo que no iba cubierto por la tela, estaba adornado con oro: collares, brazaletes y tobilleras. Parecían gustarle. Loki la descubrió moviendo sutilmente las caderas para hacer tintinear las cadenillas que cruzaban su cintura de un extremo al otro o agitando innecesariamente las muñecas para hacer chocar sus brazaletes.

¿O tal vez tenía deseos de bailar? Era difícil saberlo, Loki habría apostado que no tenía alma de bailarina. Más bien lucía como una guerrera. Una muy feroz. Se preguntó si su convivencia sería igual de conflictiva como su aspecto sugería, pero desvió sus pensamientos del tema, porque no quería ni imaginar lo que pasaría cuando estuvieran solos.