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( DEAR HAILEY ✦ FINAL )
16/Mayo/2017
El viento golpeaba su rostro, sus castaños cabellos se movían con violencia y su vestido amarillo de girasoles se movía junto al aire.
Una sonrisa radiante se instaló en su pecoso rostro.
Por otro lado, Eli Moskowitz sostenía un girasol con las manos temblorosas –Hailey le había mencionado que eran sus favoritas–, sudaba frío y movía su pie nervioso.
Ella había aceptado ir con él y sin duda, aquello le ponía inquieto. Pero supo que Dashner era una buena persona, Hailey nunca se burló de él ni sintió asco. Eso lo apreciaba.
Pedaleaba con normalidad. Iba en su bicicleta negra con adornos morados, regalo de su padre antes de morir. Le había escrito cartas –lo hacía desde su muerte– y se las leía en su tumba; en las últimas le contaba lo feliz y emocionada que estaba.
Y sabía que Robert Dashner estaría orgulloso de ella.
El camino de su casa al parque era algo tardado, por lo que tomó un atajo. Se introdujo en un callejón para salir a la otra calle e iba tan hundida en sus pensamientos que no se fijó en algo. Algo tan importante.
Sus padres siempre le recordaron mirar a ambos lados al cruzar la calle. ¿Cómo fue tan despistada?
Sin aviso, un camión se llevó la bicicleta y consigo a Hailey.
Estaba tardando. ¿Acaso se había arrepentido? O ¿Tal vez tuvo un contratiempo? No lo sabía. Así que, decidió esperar más.
Miró su reloj y llevaba como veinte minutos de retraso. Dejó sus pensamientos cuando vio una ambulancia a toda prisa.
Agonizaba en el rocoso piso. De la gran herida de su cabeza salía sangre por montones.
Su respiración disminuía y estaba lista para el reencuentro con su padre. Lloraba. Lo hacía porque tenía planes y esos posiblemente no podrían cumplirse.
Eli pensó que si se encaminaba al lugar en el que se dirigía la ambulancia, Hailey podría haberse detenido a ver y ahí encontrarse con ella.
Cuando llegó, dejó caer la amarilla flor y observó como bajaban de la ambulancia yendo a auxiliar a la persona que sollozaba y luchaba por su vida. Ella quería vivir.
Distinguió ese vestido amarillo.
Y observó como la bicicleta negra estaba entre sus rotas piernas.
Estaba acostada bajo un charco de sangre.
¿Cómo...? ¿Cómo pudo imaginar que ella se había arrepentido? Ni siquiera se detuvo a pensar que algo le había ocurrido.
—Hailey— un susurro salió de sus delgados labios.
Sus manos temblaban y sentía que en algún momento caería de rodillas.
Hailey vio de reojo a un destrozado Eli, y sintió su corazón caerse en pedazos. Él no tenía que ver eso.
Varias manos tocaron su cuerpo al querer levantarla, pero solo gritaba de dolor, rogando porque la dejasen ahí.
Quería continuar pero, sabía que no tendría remedio. Estaba acabada.
Su pecho subía y bajaba con lentitud, sus parpados los sentía cada vez más pesados y la herida en su cráneo ardía con intensidad.
La levantaron y pusieron en una camilla, y aunque, por más que intentaran, ella no podía.
Una cálida mano tocó la suya. Eli tenía empapadas sus rojizas mejillas y sollozaba.
Solo pedía que se salvara.
¿Lo haría?
—Eli— mostró –como pudo– una pequeña sonrisa.
Finalmente.
Cerró sus azules ojos.
Esos que enamoraban al rubio a su lado. Ella se había ido.
Y el dieciséis de mayo de dos mil diecisiete, Hailey Dashner había fallecido.
