extra.

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extra del final alternativo.

—¿Por qué tan emocionado?— preguntó Demetri.

Las mejillas de Eli se tornaron rosas —Hoy tengo otra cita.

—Ahh, ya... hmm... ¿Qué? ¿¡Qué!?

El rubio asintió frenéticamente —Ella me dijo que sí, aceptó tener otra cita conmigo. ¿Puedes creerlo?

—Sí. Le gustas.

—¿Ah? No lo creo.

—Si no le gustaras no hubiese aceptado las tres citas anteriores, Eli. Piensa, por favor.

El chico casi colapsaba.

¿Le gusta?

—¿Le gusto?

—No, le gusto yo.

—¿Eh? Bueno, no lo dudo. Cualquier persona es mejor que— dejó sus palabras al aire cuando sintió un golpe en la nuca.

—Deja de decir puras babosadas y vete ya.

—Sí, perdón.

Hailey jugaba con la falda de su vestido nerviosa, cada que salían ese sentimiento estaba ahí, y ese día no era la excepción.

—Vienen por ti.— informó Charlotte, su madre.

—Gracias por avisar— susurró observando a su madre encerrándose de nuevo en su habitación. Suspiró cansina y bajó para encontrarse con un, igual de nervioso, Eli.

—Hola.— pasó sus manos por el pantalón de mezclilla, buscando limpiar el sudor —Te ves linda.

Hailey vestía un vestido veraniego celeste hasta las rodillas, acompañado de una chaqueta de cuero y unos converse negros arriba del tobillo. —Gracias.— murmuró casi inaudible. —¿A dónde iremos?

—¡A la feria! Hay nuevos juegos. Si no te gusta podemos cambiar el lugar.

—No, está bien. Vamos.

Caminaron en silencio hasta su destino. En ocasiones sus manos rozaban, aunque ninguno tomó el valor se unirlas.

—Vamos a la rueda de la fortuna— Eli tragó grueso, le disgustaba las alturas.

—Claro, vamos.

—¡Esto es muy divertido!— chilló emocionada, casi haciendo olvidar el miedo a las alturas de Moskowitz.

Se subieron y pocos minutos después la rueda se empezó a mover. Eli cerró los ojos sintiendo el asiento moverse hacia adelante.

Relajó su cuerpo al sentir la cálida mano de Hailey sobre la suya —No tengas miedo, Eli— sonrió dulcemente.

Y esa sonrisa bastó para que el rubio disfrutara el momento.

—Fue muy agradable tu compañía— sonrió con las mejillas sonrosadas, lo cual no fue visible para el chico. Ya era de noche y lo único que alumbraba era la luz parpadeante de las farolas.

Hailey estaba en la puerta de su casa, esperando el siguiente paso. Eli se acercó y dejó un tímido beso en su mejilla, rápidamente se separó y empezó a caminar murmurando "Descansa".

—Hey, Eli— dio media vuelta, observando cómo la ojiazul caminaba a su dirección. Se detuvo unos segundos frente a él reuniendo el valor.

✓ dear hailey ★ eli moskowitz Where stories live. Discover now