Cuando se nace muchos piensan que existe una idea de destino, pero para muchos esta idea no es cierta, solamente se honda a oscuras en el mundo sin ningún objetivo mas allá de sobrevivir a los obstáculos que hay en tu camino, eso resume mucho la vida de Walfrid, nunca le importo la riqueza o los placeres que le ofrecía la vida.
Se dio cuenta que tarde o temprano moriría, desaparecería de la existencia al ser olvidada su existencia por completo, su familia lo borro de sus registros, la gente del mundo lo ignoraba y se dio cuenta que no había otra manera de ser recordado mas allá de hacer que todos en el mundo aprendieran su nombre.
El día que nació no paso mucho tiempo antes de que su madre decidiera abandonar a su pequeño en la puerta del hombre que era su padre, un mestizo entre un noble alemán y una prostituta del lejano oriente, el bebe fue aceptado tras comprobar que tenia la misma marca que su padre, pero solamente fue puesto al servicio de su familia.
Desde que pudo aprender a caminar fue puesto a trabajar con la servidumbre, trabajos pesados lo hicieron entender pronto que la vida no es grátis, todo tenía un precio y debería esforzarse por aprender a ganarse el pan de cada día o moriría.
Cuando apenas estaba llegando a la pubertad lo arrojaron a la calle a la espera de que muriera de hambre, Alemania estaba sumergida en una gran depresión, la comida escaseaban y cuando se vio en la calle tuvo que unirse a la fuerza laboral infantil que abundaba en las fábricas.
Sus recuerdos siempre se perdían entre los humos tóxicos de los procesos químicos, el ensordecedor ruido de las máquinas trabajando día y noche, los capataces gritando y golpeando a algún punto pobre infeliz que se equivocaba.
Pero aún con eso no tenía suficiente para comer, la fábrica al final fue cerrada por la crisis y el deambuló como si fuera un cadáver por las calles, a la espera de que la muerte se apiadará de él para llevarse su alma y olvídar la agonía de morí de hambre.
Un día mientras estaba caminando se desplomó en un callejón, el final estaba cerca, podía sentir esa fría mano sobre hombro, no quería morir, estaba decidido a vivir y seguir adelante,pero todos sus esfuerzos por ponerse de pie carecían de fuerza.
En ese momento se escuchó una risa macabra en todo el callejón, frente a él apareció Zero vestido de gala, con un banquete digno de los dioses en una gran mesa, al frente tenía una silla vacía con su nombre y solo necesitaba hacer algo.
Zero: podrás comer todo lo que quieras si limpias mis zapatos con la lengua -Su calzado estaba impecable, solamente tenía una mancha negra en el frente, pero esa sonrisa que tenía, mostrando superioridad lo molestaba-
Esa sonrisa que tenía siempre su familia cada vez que lo veía, cada humillación y forma de rebajarlo, reunión todas las fuerzas que le quedaban y caminó de vuelta a la calle sin querer hablar con Zero.
Pero la entidad en ese momento lo detuvo, lo hizo flotar hasta la mesa y le dejo comer, en ese momento fue cuando le ofreció un trato difícil de rechazar, trabajar para él a cambio de ser recordado por siempre en la historia, por esa razón es que aceptó.
Zero no hizo nada por Walfrid dejando que él mismo despertara sus poderes, entrenando su cuerpo y mente cada día para obligarlo a seguir adelante, cuando superaba una barrera había una mayor adelante que amenazaba su existencia, de esa manera pasaron los años hasta que cumplió 14 años y se enlisto en las fuerzas de control colonial.
Durante esa época reprimiendo movimientos rebeldes y destruyendo a tribus hostiles fue cuando se hizo un nombre infame entre la gente, cuando logro ascender a capitán a los 17 masacraba a los rebeldes con un inusual entusiasmo por castigar a caciques que no cooperaban con Alemania.

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Shuumatsu no Valkyrie: Torneo Zero
FanfictionCualquiera pensaría que el energúmeno de ojos morados amante de la comida chatarra estaría feliz viendo feliz en su televisión las desventuras de las almas que quedaron atrapadas entre sus telarañas, pero todo cambia cuando los dioses deciden que de...