Parte 8: La leyenda

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Llevando todas las pociones, comida y objetos curativos que su inventario le permitía cargar, Lincoln se aseguró de que todos sus estatus estaban al máximo y de que su equipamiento no estuviera dañado. Lincoln se consideraba capaz de acabar con el nivel veintidós de la mazmorra principal, pero Lana estaba segura de que era demasiado. Para empezar, el jefe final era bastante peligroso incluso para un grupo de mínimo quince personas. Pensar que Lincoln estaba solo y quisiera tomar esa prueba era una locura. Lo de las ardillas negras estaba bien, pero ya todo un piso él solo...

Lana habría pedido ayuda en secreto, pero ella sabía que Lincoln nunca le volvería a hablar si hacía eso, de modo que solo irían ellos dos. Al fin y al cabo, el mayor riesgo era reiniciar todo otra vez.

No obstante, Lana sentía miedo por su hermano. No quería que sufriera daño, pero tampoco quería que fracasara, no después de haber llegado tan lejos. Lincoln la esperaba con una sonrisa en los labios, haciendo que Lana se sintiera algo reconfortada a pesar de todo.

- ¿Lista, Lana?

- Supongo que sí... A propósito, ¿qué me dijiste que eras?

- Un slime -sonrió Lincoln.

- ...Y se supone que tengo que confiar en ti, ¿cierto?

- ¡No me subestimes! -rió Lincoln- Dudo que siquiera puedas tocarme.

Sin entender nada, Lana siguió a su hermano al nivel veintidós. En estos lares había multitudes de lobos negros, muñecas asesinas, cuervos que te atacaban desde el aire, y una zona que parecía ser un reloj repleta de cabezas de medusa flotantes. No hacían más que uno de daño, pero eran tantas que te fastidiaban la vida. Después de pasar un rato viendo a su hermano luchar, la mecánica no pudo negar que Lincoln tenía razón: No era débil.

Hubo varios instantes en los que Lincoln parecía recibir de lleno algún golpe, pero al observar con atención, Lana se dio cuenta de que Lincoln era... intangible, a falta de una mejor palabra. Si uno pusiera una repetición en cámara lenta, vería como el objeto pegaba en el cuerpo de Lincoln, pero el peliblanco se volvía ligeramente de color azul, al tiempo que su cuerpo evitaba los golpes. Era como si fuera agua, pero Lana sabía que debía ser hasta algún punto sólido, pues Lincoln daba unos cuantos golpes al enemigo antes de continuar con los esquives.

- ¿Cómo lo haces? -preguntó Lana

- ¿Eh? ¿A qué te refieres? ¿Cuando se mueren de la nada? Soy venenoso. Los dejo envenenados por un tiempo, y les causo cierta cantidad de daño dependiendo de mis puntos mágicos. De por sí es muy difícil matarme porque tengo demasiada vida y defensa, a quienes me enfrento tienen que lidiar primero con pegarme siquiera. Los golpes me atraviesan, o si el ataque es demasiado grande, simplemente me doblo, luego regreso a mi estado normal.

- ...Pensándolo bien, se oye algo roto, ¿no crees?

- Por ahora sí. Pero recuerda que estamos en un nivel muy bajo. Me he dado cuenta de que los ataque a base de tierra o de magia me hacen daño, por muy débiles que sean los ataques. La tierra me gana porque hacen mi cuerpo más solido, y la magia porque eso le hace daño a lo que sea mientras sea del elemento correcto, además de que los slimes no son muy buenos a la hora de resistir algo que toca los sólidos.

Así como los ataques a distancia son buenos contra los tanques, los tanques resisten a la magia, la magia vence a quienes tienen armas, y las armas bien empleadas vencen a los ataques a distancia; los elementos tienen una ventaja unos sobre otros. El agua vence al fuego, el fuego a poderes naturales, estos a los poderes oscuros, estos a los de tierra, y la tierra al agua. Eso explica el porqué Lincoln pierde ante usuarios de tierra, pues sus poderes eran bastante similares al agua. Sin embargo, su veneno podría ser considerado un poder oscuro, lo cual vence a la tierra, pues la contamina y la deshace. Y debido a que en su cuerpo no hay algún punto en el qué basarse que sea oscuro, no tiene debilidades ante los poderes naturales. Eso sí, Lincoln no bajaba la guardia contra cualquier indicio de que alguien fuera de tierra.

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