16: Insano

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Jeno le había ignorado toda la mañana. Ten no podía culparlo.

—¿Sigues muy molesto? —Preguntó, intentando pisar terreno para entablar una conversación aun cuando no sabía que decir exactamente.

Jeno le miró encarnando una ceja. —No, yo no estoy molesto. —Dijo, empaquetando de un golpe un par de zapatos. La caja se achico por el trato brusco.

Ten no estaba seguro.

—¿De verdad?

—Sinceramente, Ten Chittaphon-ssi, no. No lo estoy.

El "Ten Chittaphon-ssi" no le daba nada de confianza. Se rió con deje nervioso. —Oh, yo pensé que si...

—¡Pues pensaste mal!

Ten se estremeció ante el grito, tropezando hacia atrás inevitablemente por la sorpresa más que por susto. Jeno tenía sus razones para el mal humor, pues su falta le había ganado al beta un arduo día de trabajo y el retraso de sus deberes del colegio, los cuales hacia durante la hora de descanso que, por su ausencia, no había podido tomarse debido a la muchedumbre dentro de la tienda que no podía simplemente correr porque quisiera.

Ten ya se había disculpado, pero Jeno necesitaba algo de tiempo para reflexiones sobre cómo cocinaría su cabeza una vez que la cortara, si en un jugo de su propia sangre o al vapor.

Ten se refería al vapor, sí tenía que ser honesto.

Suspiró suavemente.

—Hey, de verdad lo lamento. —Dijo, mostrándole un par de Convers a una alfa frente a él y volviéndose al beta cuando la mujer fue a probarlos. —No quise cargarte de trabajo, juro que te lo compenso.

Jeno le miró por sobre el hombro. —¿Qué clase de... Compensación?

Ten sonrió, sabiendo que había ganado su atención. —¿Hamburguesas de bulgogi, un par de refrescos? Tal vez, no sé, ¿cervezas?

—¡¿De verdad?! —Preguntó, le brotaba entusiasmo de cada poro y bajo la voz cuando vio que algunas personas lo observaron indiscretamente. —Es decir, ¿Realmente me llevaras a beber, Ten-ssi?

—Sí, pero no se lo digas a tu madre. —Rió. —Podría matarme.

—Bueno... —Jeno carraspeó. —Eso está bien. —Dijo, como si no le interesara.

Ten se encogió de hombros. —También te llamaré sunbae.

—Oh Dios, eres el mejor compañero de trabajo que he conocido. Hubae.

—¿Ya no estás enfadado, sunbae? —Ten preguntó, tentativamente. El beta asintió.

—No ya no. —Sonrió. —Todo bien, todo perdonado.

Ten se rió y el beta le dirigió una sonrisota antes de volver a lo que estaba haciendo con gesto mucho más concentrado. A las pobres cajas de zapatos anteriores les tocaba ver como las nuevas eran tratadas con cariño y dedicación por las manos de beta.

El Omega soltó un suspiro contento, atendiendo la caja y sonriéndole amablemente a los clientes. Complacido con la manera en que se había resuelto el problema con el adolescente y la tranquilidad de su día.

Lastimosamente, Ten tuvo que lamentarse cuando esa tranquilidad se vio destruida al alzar la mirada hacia la puerta cuando la campanilla hizo un sonidito. En momentos como esos, cuando un par de ojos cafés volvían a encontrarse con los suyos llenos de algo extraño, Ten de verdad deseaba desparecer, pero, sabiendo que estaba atado de manos y tenía que quedarse ahí solo desvió la mirada y continuó haciendo lo mismo, intentando mantener controlado el temblor en sus manos mientras Jeno atendía al alfa.

Your Voice. [JohnTen]Where stories live. Discover now