Hanma es el Dios de la Muerte, realmente no le importa nada más que divertirse, esto lo lleva a cometer actos atroces dentro del bajo mundo de las pandillas. Por puro azar termina salvando a Saori, que es totalmente lo opuesto, es tranquila, dulce...
Advertencia: Violencia, mención de la muerte, lenguaje vulgar, y peleas.
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~31 de octubre~
Era miércoles por la tarde cuando Saori regresaba de sola de la escuela, Aki tuvo que quedarse para un proyecto de su club, por lo que no la acompañaba. Apenas unos días antes estuvo con Hanma "celebrando" su cumpleaños.
No habían hablado mucho por mensaje, pero llegando a casa le marcaría para saber cómo estaba, pero no fué necesario. Al acercarse a su puerta lo vio tumbado en el suelo, totalmente lastimado, mientras fumaba.
No pudo terminar de comprender con que clase de chicos se peleaba para terminar así, en especial porque lo vió golpear a los cuatro sujetos que trataron de forzarla como si fueran simples moscas. Aún así lo dejo pasar para curar sus heridas.
—Ya te dije que por enfrente no— soltó un sutil suspiro mientras llevaba su botiquín para atender al más alto.
—Es tu culpa por tardar tanto, mierda— estaba muy agotado, si bien tenía la fuerza bruta como para hacerle frente a casi cualquier oponente, no era un "Zombie" como Draken decía.
Lo que más odiaba era que no pudo disfrutar más de la pelea, pues el "Invencible Mikey" decidió acabar con ella, dejándole inconsciente unos segundos en el proceso. Tenía toda la cara raspada, incluso la mejilla abierta. Y su ego estaba por el suelo.
—Mierda— se alejó un poco de la chica que limpiaba las heridas con alcohol.
—La otra noche no te dolió nada— se encogió de hombros la menor.
El mayor le dió una mirada extraña junto a una sonrisa ladina —¿Lo disfrutas verdad maldita?— la azabache negó con la cabeza.
—No entiendo cual es el caso de pelear si terminas así— Saori trató de hacer movimientos más delicados para no lastimarlo.
—Me gustan las cosas divertidas— Hanma respondió con simpleza.
—¿Es divertido para ti terminar así?— Saori estaba convencida de que el ojiambar era masoquista.
—Eres tan tontaa, es todo lo que implica— volteó a verla, ella estaba jincada en el sillón, mientras el estaba sentado —Es todo el juego de provocar a los demás...eso es lo divertido.
Talvez estaba deprimido, o si era masoquista a fin de cuentas ya no importaba, el era así. No había razones para cambiar, eso creía.
—Ya termine— le puso los curitas en la cara —Dejame ver tu abdomen—Para Saori era meramente por revisarlo.