Capítulo 03: Mariscal Estrella.

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Maya

Esperar a que terminemos de digerir la comida fue fácil. 

Absolutamente cuando Ross Hamilton fue el primero en terminar su ración exuberante de comida, y ahora, se dedicaba a jugar con mis preciadas notas sobre el trabajo. 

Frunciendo el ceño, no muy cómoda con lo que estaba haciendo, llamé su atención.

—Deja de hacer eso, Hamilton. —regaño terminando mi bebida.

—¿Hacer el qué? —pregunta con la vocecilla de un niño bueno. 

—Juguetear con mis papeles, son importantes. —expreso, quitando los papelillos de sus manos, encontrándose a salvos en las mías.

—Oh, eso. —murmura sonriendo divertido.

Un suspiro sale de mis labios, y no pasa desapercibido del jugador. 

Tengo su absoluta atención en mí; esos orbes culpables de destrozar el sistema nervioso de mujeres junto a esa boca curveada en una sonrisa baja bragas se mantienen compitiendo hacia mí, pero, lo ignoro. 

Debo hacerlo. 

Esto es meramente profesional y tampoco deseo involucrarme con un jugador de fútbol, al menos, no con alguien de Los Lions.

—El trabajo se centra en una problemática hacia los atletas universitarios. En esta temática entra todo tipo de trastorno. Incluyendo las drogas.

Agregó lo último con cautela.

Sus azules me miran con genuina curiosidad.

—No consumo drogas, Healy. Ni yo, ni mis muchachos. —asegura serio.

Vale, eso puede ser cierto como también que no lo sea. 

Las estadísticas de adicción en los atletas universitarios son muy elevadas, y tengo entendido, que hace cinco años hubo un problema de drogas, en especial en el equipo de Los Lions, y quién encabezaba todo era su mariscal, pero, no quiere decir que yo lo esté acusando, o algo por el estilo, eso fue hace mucho, y él no se encontraba aquí, es decir, todos los jugadores actuales de Los Lions son de la promoción del año anterior, y este año, no hay ningún rostro conocido de ese escándalo; y de los que estaban involucrados, la mayoría se graduó y el resto fue despedido del equipo.

—No quiero esa mierda ni en mi sistema, ni en la de mis chicos. Ellos lo saben. Desde que soy el capitán, puse las reglas claras, además, el entrenador y las autoridades de Columbia se encargan de realizarnos antidopings una vez por mes. —explica con calma frunciendo el ceño a medida que expulsa las palabras. 

Asiento de acuerdo con ello y anoto aquello en mi bloc de notas del trabajo investigativo.

Lo he psicoanalizado desde que fui a buscarlo al campus de juego hasta este momento, podrán decir que es algo incorrecto, pero, realmente, quiero hacer bien este trabajo que depende de la máxima nota en esta asignatura y en mi semestre, así que, suavizo, un poco la culpa diciéndoselo.

—No tienes complejos narcisistas. Me baso en eso por qué no has arreglado tu apariencia para nada en lo que va desde el campus hasta aquí, ni tampoco has alardeado sobre tu puesto en el equipo. Es eso o estás fingiendo conmigo.

Esperaba una grosería de su parte, creo que es la reacción normal de las personas, al menos, de quiénes se sientan ofendidos, por lo que, acabo de decir, pero, no Ross Hamilton.

El mariscal de Los Lions no se siente ofendido. 

Él lanza una fuerte y contundente carcajada al aire que me tiene temblando las piernas por la sensación desestabilizadora que provoca ese sonido ronco y jugoso saliendo de sus labios.

«Un Cliché Peculiar» (GC #1)✔©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora