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Izana Kurokawa

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Todo este tiempo estuvo solo, desde que shinichiro murió su camino se dividió, tuvo muchas opciones pero decidió ir por el mal.

No le importaba las personas, podía verlas morir y no sentir ni una pizca de tristeza.

Era como vivir en un mundo paralelo, donde todo era gris, donde las voces de todos se escuchaban lejanas.

Era una persona muerta en vida, no estaba muerto físicamente solo porque odiaba la idea de perder contra alguien más.

Pero perdió, perdió contra ella, ella hizo que ese mundo gris se volviera de colores.

Ella fue esa voz lejana que se fue acercando hasta sumbar en su oído.

Ella lo revivió, lo hizo vivir, le enseño a vivir, y vivieron juntos.

Ella era todo lo que el tenía ahora, el izana destructivo y frío como un hielo, vacío por dentro se fue.

Ahora estaba este Izana que vivía por ella, para ella, si muere solo será si ella también hace.

—¡Izana! —escucho su voz llamarlo.

Ella vino corriendo hacia el y se lanzó a sus brazos, logro atraparla y darle vueltas en el aire.

Adoraba la niña interior que ella aún poseía.

El ya no, tuvo que madurar a temprana edad al no tener a nadie, tuvo que ver lo duro de la vida, aguantar los golpes y aprender a regresarlos.

—Hola hermosa —susurro lentamente en su oído mientras la abrazaba.

Estos momentos eran sus favoritos, donde podía sentir su cuerpo vibrar junto al de ella.

—Te fue bien en la escuela —le pregunto cuando ya se separaron.

—Si, hoy fue mi examen de química pero lo pasé con buena calificación.

Se perdió en su voz, ella a comparación de el, era de esas personas que podía hablar por horas.

Y el no tenía problemas en escucharla, su timbre de voz era muy agradable al oído.

Sus manos estaban entrelazadas mientras caminaban perdiéndose entre las calles.

☠️☠️☠️

Abrió sus ojos y vio lo que más le gustaba al despertar, el rostro apacible y con ojos cerrados de ella.

Le encantaba ser ella lo primero que viera al abrir sus ojos cansados.

Se acercó para apretarla contra su pecho y darle un beso en su cabeza.

Ella se removió entre sus brazos, dando un bostezo.

—Buenos días Izana —dijo con voz dormilada.

—Feliz cumpleaños pequeña —al escuchar eso, recordo que hoy era su cumpleaños.

Su cumpleaños número 19, vaya que el tiempo pasa rápido, conoció a Izana cuando apenas tenía 16 y el 17.

Cuando cumplió 18 vino a vivir con el, hace casi un año atrás.

—Gracias —hablo bajo, casi como susurró.

Se dejó un momento más en sus brazos, esos que eran del tamaño correcto.

𝐓𝐎𝐊𝐘𝐎 𝐑𝐄𝐕𝐄𝐍𝐆𝐄𝐑𝐒 ─ 𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁Where stories live. Discover now