Prólogo

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Hace cinco años...

Los ojos sin alma de Hades miraban hacia mí. Tenía las manos metidas en los bolsillos de mis vaqueros mientras observaba el mural ante mí... una enorme pintura de Satán en la pared de la casa club de los Hangmen. Su sonriente rostro miraba hacia mí mientras esperaba a que uno de los hermanos viniera a recogerme. El nombre del hermano era Wonpil. Era mayor que yo, pero no por mucho. Lo había conocido en un bar de moteros ex militares a las afueras de Busan.

El plan de mi tío había funcionado como un hechizo. Wonpil y yo habíamos hablado. Había mencionado servir como marine y me había ganado su favor. Ahora me estaba introduciendo en su querido club de moteros, al que amaba más que nada.

Pero todo era mentira. Nunca había sido un marine. Ni siquiera sabía lo que eran hasta el año pasado. Simplemente era la cubierta perfecta, una forma perfecta de entrar.

Mientras esperaba a Wonpil, eché un vistazo alrededor del patio. Mis ojos ardieron ante lo que vi. Putos y putas, vestidos con la sola intención de seducir, pasando el rato alrededor del recinto en pequeños y separados grupos. Algunos frotaban sus pecadores cuerpos contra los hombres. Todos estaban intoxicados con alcohol y no sabía qué más. Los hombres eran ruidosos, escandalosos, salvajes. La mayoría tomaban su bebida de elección mientras agarraban a los putos y putas en íntimos y prohibidos lugares.

Mi estómago se agitó cuando vi a uno de los hombres acercar a uno de ellos que llevaba diminutas ropas color rojo; lo bajó al suelo para mirar su entrepierna. Mi rostro ardió, llameando con rabia, mientras se bajaba su cremallera y sacaba su dureza para que todo el mundo la viera. Sujetándolo por la parte de atrás de su cabello, forzó sus labios a abrirse y lo hizo tomarlo en su boca. El puto no se resistió... de hecho, gimió, mientras su amigo se dejaba caer en el suelo para unírsele.

Estaba congelado en el lugar mientras observaba el depravado y repugnante acto. Mis manos temblaron ante las vidas inmorales que estas personas vivían. Esto era un pozo de pecado. Un lugar digno del diablo que llevaban orgullosamente en sus parches.

¿Te gusta lo que ves? —Mi cabeza se movió de golpe hacia la puerta de la casa club. Wonpil estaba de pie en la entrada, mirándome con diversión en sus ojos.

Me forcé a representar el papel para el que me había preparado el año pasado.

—Es diferente, eso seguro.

—No has visto nada todavía —dijo Wonpil secamente y me hizo un gesto hacia la puerta.

Entré a lo que parecía un bar. Apenas podía observarlo todo. Ruidosa música rock llenaba cada centímetro del humeante aire. Hombres de todas las edades —claramente miembros de los Hangmen— estaban esparcidos por la habitación. Algunos se encontraban, cometiendo actos lascivos como el que había visto fuera. Algunos estaban sentados en mesas bebiendo, algunos jugaban al billar.

No me había dado cuenta de que me había detenido, fulminando con la mirada a la vil e impura escena ante mí, hasta que Wonpil movió su mano enfrente de mi rostro. Parpadeé, centrándome en él de nuevo, y pasé mi mano por mi rostro.

—¿Qué? —pregunté, inseguro de si me había perdido algo que había dicho.

Wonpil negó.

—No te preocupes, hombre. Te acostumbras con el tiempo.

Moví mi barbilla y le sonreí. Mientras me guiaba hacia una puerta en la parte de atrás de la habitación, controlé mis rasgos y me concentré en mantenerme frío. Un sonoro silbido vino desde detrás de mí. Eché un vistazo y vi a un joven desnudo bailando en el bar... un tentador. Mi labio superior se alzó con disgusto mientras movía sus caderas. Un gigante hombre pelirrojo se le acercó por detrás, sujetándolo de los muslos.

El Hades de Lee Minho (2min)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang