Día 18 - Abrazo

1K 166 0
                                    

El salón era un completo caos y Potter estaba en medio de todo.

Al principio, Severus creyó que el chico estaba practicando magia sin supervisión, siguiendo los pasos rebeldes de su padre, por lo que se sentía bastante feliz de poder castigarlo y restar puntos a la casa de los leones. Sin embargo, cuando abrió la puerta se encontró con una pesadilla: el hijo de su mejor amiga parecía sumergido en un trance. Sus ojos, tan verdes como los de Lily estaban opacos y desenfocados, su nariz sangraba, tenía marcas de rasguños en su rostro y sangre goteaba debajo de las mangas de su túnica.

Esa sería la primera vez, desde que había comenzado a dar clases, que no sabía cómo reaccionar. Como profesor de Defensa contra las Artes Oscuras tenía muy buenos reflejos y estaba preparado para cualquier cosa. O casi cualquier cosa. No esperaba encontrarse con lo que parecía un obscurus en medio de un salón de Hogwarts. Si tan sólo Scamander estuviera ahí... pero el torpe había decidido hacer un viaje a Estados Unidos justo ese año.

No conocía a nadie que tuviera tanto talento con las criaturas mágicas como su ex-compañero. Y no podía llamar a nadie más si no quería que el colegio se inundara de aurores aterrados y miembros del control de criaturas mágicas dispuestos a matar al chico para evitar que esa nube negra destruyera el castillo. Solo le quedaba tratar de calmar al niño por sí solo. Quizá llamar a Dippet. El director había ido personalmente a entregar las cartas de aceptación y explicar todo lo referente a la magia a los huérfanos de nuevo ingreso, si alguien sabía por qué el hijo de James y Lily Potter era un obscurus en potencia, sería él.

Severus no podía entenderlo. No podía imaginar por qué Potter reprimía su magia, por qué siquiera lo intentaría. ¿Qué no los dos huérfanos habían crecido juntos en la misma casa hogar? Riddle, aunque algo paranoico, no tenía problemas con su magia ni sus clases, y hasta se había ganado el respeto de algunos Slytherin en poco tiempo (aunque la mayoría de las serpientes aún lo molestaban por ser hijo de muggles). Potter, en cambio, batallaba para el más simple hechizo, tenía problemas para concentrarse y era bastante tímido y callado. Mientras Riddle ya se rodeaba de dos o tres de sus compañeros, poco a poco ganándose a los demás con su talento y astucia, Potter parecía siempre estar solo, alejado de los otros leones y evitando a todos por igual.

Era verdad que apenas llevaban tres meses en el nuevo ciclo escolar, pero eso solo resaltaba las diferencias entre Potter y Riddle. Si habían crecido juntos deberían tener más similitudes. Si los habían educado las mismas personas, por más muggles que fueran, deberían tener actitudes similares. Potter debería ser más seguro de sí mismo, o Riddle debería ser menos encantador.

Había algo extraño en todo eso y Severus quería descubrirlo y entenderlo.

El aire del salón comenzó a dar vueltas alrededor de Potter, creando una ventisca fuerte que destruyó las últimas bancas que aún estaban de pie. Los ventanales crujieron y el cabello del niño se alborotó todavía más. Severus debía detenerlo, pero por más que gritaba el nombre de Harry, el niño lo ignoraba. Posiblemente ni siquiera lo escuchaba.

Sin otra opción o idea de cómo ayudar, Severus levantó su varita y apuntó al niño. Se dijo a sí mismo que solo lo iba a aturdir, haría que perdiera el conocimiento a lo mucho, pero no le haría daño. En realidad, pensó, evitaría que se hiciera más daño a sí mismo.

Stupe-

—¡NO!

Alguien pequeño empujó con toda su fuerza a Severus. Primero, el profesor estaba sorprendido por la audacia del primer año, pero luego se sorprendió de ver que era Riddle el niño que lo había apartado del camino tan descaradamente. Severus frunció los labios y entró al salón para proteger al estúpido niño que había actuado como Gryffindor. Ya tenía planeado darle una larga charla sobre qué se esperaba de un Slytherin respetable.

Evil grows in meWhere stories live. Discover now