45. Ojos negros.

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Desde el momento en el que el resto de vampiros olieron el delicioso aroma de su sangre voltearon a verla, ella era simplemente muy alucinante, nunca habían tenido la oportunidad de oler algo así, y ahora cada gota de aquella preciosa sangre exquisita estaba siendo desperdiciada.

Aquellos inmortales voltearon a verse entre sí, deseando que la sed no les consumiera como lo hacía, que no estuviera derramándose sobre el sucio suelo como lo hacía, y que sus colmillos pudieran alcanzarla a tiempo, antes que su cuerpo terminará de enfriarse.

Lo siguiente que sucedió fueron los pasos de un inmortal que infundía miedo entrando en el siguiente milisegundo a la habitación, en la que yacía el precioso y exquisito cuerpo mutilado de su humana.

Kozlov podría siempre pensar con la cabeza y muy rara vez actuar antes de hacer caso a su raciocinio, pero sus enormes ojos negros advirtieron que claramente no dejaría a nadie irse impune por el crimen atroz que habían cometido en contra de la persona que amaría el resto de sus vidas.

— ¿Quién? — Los inmortales alrededor de la propiedad habían escuchado bien, y nadie sabía hacía donde correr, porque si huían él los encontraría, a todos y cada uno. No habría duda alguna. — ¡¿QUIÉN FUE?! —

Todos intentaron aproximarse a su cuerpo, pero su instinto quebrado por aquel delicioso aroma les hizo perder la cabeza, no podían distinguir más, tomar una decisión tan simple como escapar ya no era una opción para aquellos que perderían la vida.

Porque iban a morir.

Tarde o temprano, su inmortalidad no sería nada más que una muñeca de trapo que claramente sería consumida por toda la furia acumulada en el pecho de aquel inmortal, quién estaba dañado por ver a su otra mitad sin vida, y haber sido consumida en una muerte tan cruel, pero su lado inhumano estaba empalagando cada rincón de su mente por cada gota de ira que se iba acumulando en aquel pútrido corazón.

Kozlov no había movido un músculo, cuando supo cómo terminaría. Se matarían entre ellos, aquel egoísmo tan arraigado en el alma de todos los presentes les hizo reaccionar, el último en pie podría disfrutar del delicioso manjar, aquella descoordinación hizo que su instinto de supervivencia se encendiera.

El sonido de cualquier inmortal dentro de esa propiedad golpeando a sus significantes con la esperanza de alcanzar la sangre del hermoso cadáver derramando aquel oro líquido.

Se había convertido en un baño de sangre, uno del que no alcanzaría ni siquiera a huir la mismísima Charlotte D'Ambrey, porque ella también estaba deseando encajar sus dientes en el cuello de aquella que creía ser parte de su especie, pero ahora no tendría ni siquiera la oportunidad de serlo.

Todos estaban luchando entre sí, buscando despegar la cabeza del cuerpo ajeno, para que dejara de moverse.

Kozlov sólo estaba concentrado en que todos y cada uno de ellos perdieran la cabeza, él nunca había estado tan deseoso de venganza, que se olvidó por completo de su raciocinio, ni siquiera por la sed porque la sangre de su humana ya le pertenecía, no tenía que luchar por ella, sólo debía cuidarla. Y todos ellos habían interferido en sus planes.

Sus ojos estaban negros y cada uno de ellos, iban a morir. Roman también estaba intentando luchar contra su instinto, porque sólo lo empujaba a correr hacía la preciosa sangre siendo derramada, no podría ser de ayuda en ningún momento. Y cuando creyó que tal vez podría traer de vuelta a Charlotte para que huyera antes que Kozlov le pusiera una mano encima. No podía hacer nada por ella. Estaba totalmente perdida.

Decidió huir de ahí. Roman no sabía que así era la sangre de Monique, sabía que podría llegar a ser tentadora, pero no pensó que sería de esa manera. Tomó la decisión más sensata, no podría ni siquiera ayudar a D'Ambrey, corrió. Muy lejos antes que siquiera pensará en regresar.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2022 ⏰

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