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Cuando decidí salir de mi pieza fue porque estuve listo para hablar.

No sabía dónde estaba Baji, su paradero siempre era un misterio hasta que te aparecía de la nada porque percibía que lo buscabas o escuchaba que lo llamaste. En esta ocasión no quise llamarlo, todo estaba en mucho silencio, demasiado tranquilo. Pero ese sentimiento de inquietud se me fue cuando me asomé levemente por la puerta de la cocina y lo vi deborando unos fideos con las manos, como si fuese un animal. Aunque no estaba tan alejado a la realidad.

¿Te encariñaste con el peyoung yakisoba? —Pregunté con voz suave y baja, puesto que después de lo sucedido ayer por la tarde-noche (donde no contesté ninguna de sus preguntas y me fui a encerrar al cuarto) me sentía algo avergonzado.

Caminé los pasos necesarios hasta llegar a los muebles, descalzos, y busqué en uno de los cajones pequeños un par de palillos para darle y volver a enseñarle a usar. Me estremecí cuando mi pelvis tocó la fría mesada de mármol y unas manos se apoyaron en este mismo, a ambos costados de mi cuerpo. La nariz tibia de Baji me olfateó el cuello como si la de un perro se tratase.

Baji a veces tenía comportamientos que yo no entendía.

¿Qué sucedió ayer? No contestaste ninguna de mis preguntas —Despegó su mano derecha del mármol y me quitó los palillos de la mano, luego se apartó y volvió a sentarse en la silla— Además estás tenso, huelo tus nervios desde aquí.

No sabía que puedes oler los sentimientos.

Chifuyu —Pronunció mi nombre como si fuera una advertencia que me decía que contara, que hablara, o las cosas iban a terminar en tragedia. Baji chasqueó la lengua cuando se le cayeron los palillos por quinta vez y los dejó sobre la mesa, en un gesto nervioso, para comenzar a comer con las manos nuevamente— Siéntate y cuéntame.

Con cautela me acerqué a la mesa y me senté en el puesto más alejado a él, en el otro extremo de la mesa. Si bien no lo miraba pero sentía sus ojos clavados en mí mientras deboraba los fideos, aunque le esté dando vía directa para mirarme, era mejor que estando tan cerca suyo.

No me gustaba hablar de mi familia, no desde que mi padre se fue; de hecho, si no tengo mala memoria, las únicas personas que saben lo que sucedió en mi familia son Kazutora y Takemichi, tal vez Hinata también, si es que Takemichi no fue un boca suelta y se le escapó el dato por error.

Mi familia tampoco es la mejor —Dije. Jugué con mis dedos, ansioso, pasando la mirada por toda la cocina— Quiero mucho a mis padres, los extraño todos los días de mi vida. Fueron un pilar muy importante para mi y no tenerlos cerca mío o siquiera en este mundo hizo que ese pilar que sostenía mi corazón hiciera que este casi caiga. De no ser por los demás, seguro lo hubiera hecho.

¿Qué quieres decir con todo eso?

Mi padre murió hace unos cuantos años y gracias a las desiciones de mi madre tuve que mudarme acá. Estoy lejos de ellos, algunas distancias son infinitas.

¿Por qué te mudaste aquí? No me vengas con tus juegos de palabras, dime las cosas de frente —Bufó por lo bajo. Había dejado de comer para prestarme atención.

Your Demon, My Angel {Bajifuyu}Where stories live. Discover now