28 / 10 / 05

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Otra vez eran las tres de la mañana y yo seguía despierto, envuelto en mis sábanas por el frío, hecho bolita por el miedo. Podía jurara que aún temblaba un poco por el shock.

Me dolía saber que Baji la estaba pasando mal y dormíamos en cuartos separados, pero Mikey me había dicho que lo dejase solo y eso estaba haciendo por mucho que me gustara ir hasta él. Me pareció algo contradictorio ya que (por lo general) cuando nos sentimos mal por alguna pérdida preferimos tener a alguien consolandonos.

Aunque tal vez no era su caso. Baji es especial.

Me removí y giré mi cuerpo hacia un costado para estirar mi brazo y tantear sobre la mesita de noche en busca de mi móvil, a ciegas en la oscuridad de la noche, tal vez podía encontrar algo con lo cual despejarme. Me sentía tenso y nervioso. Y triste.

Solo la tristeza me recordaba que todavía estaba vivo. Calaba en lo profundo de mi corazón con rabia y brutalidad.

La imagen de Isamu tirado en el suelo se me vino a la cabeza y decidí pensar en lo que podríamos hacer ese día para llevar nuestra mente a otro lugar. Sentí el roce de la yema de mis dedos con la pantalla fría del móvil y volví mi mano algo brusco para tomarlo, tirando con la acción un vaso prácticamente sin tocar y lleno de agua que me había traído de la cocina hace unas horas.

Me sobresalté cuando el recipiente impactó contra el suelo y se rompió en pedazos, esparciendo su contenido por esa zona del suelo. Había roto el silencio del departamento de golpe y ni Baji ni Mikey estaban dormidos, por lo que segundos luego, cuando yo ya me había incorporado en la cama y prendido la luz de la lámpara, la puerta de mi habitación se abrió y él apareció.

Sus ojos se veían perdidos y preocupados al mismo tiempo, hasta que dieron con los míos, que estaban casi iguales pero por distintas razones. Entonces, él reaccionó.

¿Qué fue eso?

Tiré un vaso.

¿Por qué tiraste un vaso? —Frunció el ceño y se acercó para levantar los pedazos grandes de vidrio con los dedos. Cuando lo hizo logré darme cuenta de que solo llevaba unos pantalones largos de color negro. Su piel irradiaba calor.

No lo hice a propósito, Baji-San. Quise buscar mi teléfono y lo tiré sin querer... ¿Estás bien?

Baji se tensó notablemente ante mi pregunta y yo sonreí. Jamás se acostumbrará a que yo me preocupe por él.

Porque no podrá y porque, si estuviéramos juntos, tampoco lo haría.

Él se fue a tirar los vidrios a una bolsa vacía que encontrara en la cocina y luego volvió, cerró la puerta detrás de su espalda y se subió a la cama conmigo. Escuché que susurró algo cuando pasó por el pasillo, pero lo ignoré.

Se acomodó junto a mi y me hizo acostarme también, quitándome las sábanas del torso para luego tomarme del brazo y moverme hacia él.

¿Y tú? —Preguntó examinandome en busca de alguna herida, pero sabía que no era eso a lo que se refería— ¿Estás bien?

Tal vez.

Aún seguía un tanto aturdido por lo sucedido. Mi mente me había hecho una mala jugada en ese momento.

Your Demon, My Angel {Bajifuyu}Where stories live. Discover now