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CUATRO

🎶Quizás soy como una luna saliendo a plena luz del día🎶


—Acepte este obsequio, por favor —pidió el lindo doncel con sus brazos extendidos hacia su soberano.

—Muchas gracias, pequeño. ¿Qué es? —preguntó mirando de manera curiosa la pequeña caja regalada.

—Son dulces, los hice yo mismo —confesó con orgullo el rubio.

—Si lo hiciste tú entonces me encantarán. —El contacto visual que mantenían no se perdió en ningún momento hasta que Jimin volteó su rostro perdiendo así aquella batalla de miradas.

Había pasado tres semanas en las que Jimin se reunía con el rey Min en el mismo pequeño lago donde suele encontrarse con su hermano.

El rey Min comenzó a frecuentar aquel lugar todas los días a las 16:00pm para ser exactos porque sabía que a esa hora el pequeño doncel se encontraría ahí. Mantener una plática de más de dos horas se había vuelto una hermosa rutina para ambos pues disfrutaban pasar tiempo juntos. 

Jimin escuchaba atento todo lo que le decía su rey y viceversa pero en el palacio los miembros del consejo mantenían vigilado los movimientos de su soberano pues sus salidas frecuentes solo causó un sinnúmero de hipótesis entre los que conformaban el consejo, ya que estos imaginaban que el rey estaba cortejando a una joven siendo en realidad todo lo contrario.

Taehyung regresaba a casa de noche y no era conocedor de las visitas que mantenía su hermano con el rey Min, Jimin le ocultaba aquello porque contárselo significaría cortar todo tipo de relación y comunicación con Yoongi y él no quería eso.

—Siempre hablamos de mí o de las cosas referentes al palacio pero pocas veces me cuentas de ti. ¿Tus padres viven contigo? —preguntó dando inicio a un pequeño interrogatorio.

«No le cuentes a nadie sobre nuestros padres»

Las frases de su hermano Taehyung no desaparecían de su mente en ningún momento, era como un recordatorio de lo que debía evitar decir pero tampoco quería mentirle a su rey.

—No, ellos fallecieron —respondió de manera honesta y creyendo que sería todo.

—Lo lamento, mi pregunta fue imprudente. —Su rostro apenado fue señal de ello.

—No se preocupe, estoy bien —dijo para eliminar la incomodidad del ambiente.

—¿Tienes hermanos o algún otro familiar? —continuó con las preguntas.

«Jamás digas que tienes un hermano»

—No, yo... estoy solo, no, no tengo hermanos —Terminó diciendo con gran pesar pues deseaba poder decirle que tenía uno pero esa regla impuesta definitivamente no podía desobedecerla.

—¿Y cómo logras mantenerte? —Para él no tenía nada de malo responder eso pero Taehyung siempre le decía que era mejor que nadie supiera sobre sus vidas.

—Yo... yo... vendo dulces como los que le regalé —balbuceó un poco nervioso debido a la mentira que decía.

—Ya veo. Debo irme, pequeño —anunció el pelinegro.

—Vaya con cuidado, majestad —pidió con una leve sonrisa el menor.

—Llámame Yoongi, dejemos el formalismo entre nosotros. —Para el rey era innecesario eso pues en el fondo deseaba poder escuchar su nombre ser pronunciado por los labios del que sería su pareja en un pronto futuro.

—No creo que sea prudente de mi parte llamarlo así —mencionó Jimin.

—Hazlo, me sentiré más a gusto si me llamas por mi nombre —pidió una vez más el pelinegro.

—Trataré, majestad. —Hizo una leve reverencia a modo de despedida para después verlo marcharse junto a sus soldados.

Se quedó embobado viendo la silueta de aquel pelinegro desvanecerse hasta que logró caer en cuenta que estaba oscureciendo y su hermano pronto llegaría a casa, corrió lo más rápido que pudo hasta llegar a su destino y cuando ingresó a su hogar una voz seria y con cierta molestia lo recibió.

—¿Dónde estabas, Jimin? —preguntó enojado su hermano.

—Tae, llegaste más temprano —dijo tratando de desviar la conversación.

—Sí, ahora responde lo que pregunté —exigió pero un silencio total por parte de Jimin provocó que el ambiente se volviera aún mas incómodo y tenso.

—Yo... yo... —tartamudeó el interrogado. ¿Qué le diría ahora a su hermano?

El rey Min como de costumbre pasó toda la noche recordando el hermoso rostro de aquel joven tomando una decisión que se la haría conocer al protagonista de sueños el día de mañana.

—¿Cuál es el motivo de tu tristeza, pequeño? —El silencio y la mirada decaída que mantenía el doncel había sido clara señal de su mal estado de ánimo.

En la mañana su hermano Taehyung no se despidió de él antes de salir, ayer habían tenido una fuerte discusión por su llegada tarde a casa. Jimin le dijo algo que hirió mucho el corazón de su hermano y este lo ignoró como respuesta.

—No es nada, majestad. Solo... ¿acaso no percibe nostalgia en la naturaleza? —dijo tratando de desviar el tema.

—Sí, el cielo en las noches también me produce aquellos sentimientos —continuó el rumbo de la conversación.

—Las estrellas últimamente brillan demasiado. ¿Acaso no debería ser eso buena señal? —interrogó con su mirada perdida.

—¿A qué te refieres? —preguntó curioso.

—Mamá decía que si lograba ver las estrellas con un brillo intenso en las noches, cosas buenas pasarían —contó soltando un suspiro.

—Creo que tenía razón —susurró manteniendo su mirada en el perfil del rubio.

¿Puedes ver lo bueno que te pasa en la vida sin necesidad de que alguien te lo mencione?

—Supongo que cosas buenas pasarán ¿cierto, majestad? —Volteó su rostro para encontrarse con el del pelinegro cerca del suyo, sus ojos se abrieron debido a la sorpresa sin embargo no hizo ningún movimiento.

—Tu existencia en mi vida es algo bueno —acotó el rey sin despegar su mirada de aquellos suaves y carnosos labios que pedían a gritos ser poseídos por los suyos—. Tengo que confesar algo, pequeño. —Acortó la distancia entre ambos logrando ver el ligero color carmesí que tomaban las mejillas del doncel debido a la vergüenza, sus respiraciones eran pesadas y lentas consiguiendo mezclarse dando como resultado una bomba de tiempo que explotaría al momento de tener contacto.

—¿Qué es lo que desea decirme? —musitó hipnotizado por la mirada que le era dedicada.

—Quiero que me permitas cortejarte —confesó finalmente.

—¿Usted a mí? —balbuceó sorprendido.

—Sí.

—Soy un plebeyo, no creo que sea correcto que... —Sus palabras quedaron a medias al sentir los labios del pelinegro sobre los suyos.

La sincronía que tomó aquel beso fue excelente pero lo embriagante y exquisito fue el sabor que pudieron obtener al probar los labios del otro. El rey Min levantó su mano para acariciar la mejilla del menor colocando la otra en su cintura mientras este se aferraba con fuerza a su vestimenta, solo pasaron un par de minutos que sintieron como segundos al querer y necesitar más del otro pero la falta de aire los hizo separarse. 

Al recobrar la compostura solo miraron sus rostros sonrojados sin saber que decir o hacer, ya habían caído, uno por el otro, era mutuo pero sería doloroso.





















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Latidos del corazón EDITANDOWhere stories live. Discover now