| 1. Mochi

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| 1. Mochi

La vida de Namjoon es simple. No tiene muchos amigos, pero sus notas lo convierten en la esperanza de su familia. Por supuesto, no se ve a sí mismo como un abogado, o un arquitecto. Le gusta el rap, las batallas clandestinas, hacerse rastas y pasar el rato con su mejor amigo, Min Yoongi.

—¿Estás escribiendo algo para J-Hope? —le pregunta Yoongi entrando en su habitación. Las trenzas rojas recogidas y sus ojos de felino delineados torpemente.

Ya que sus madres son amigas, ellos solían pasar el rato juntos. Hasta que simplemente se volvieron mejores amigos, casi que hermanos.

Yoongi es un alfa apuesto. Todos los omegas le dan segundas ojeadas. Las chicas que interesaron a Namjoon en un pasado, terminaron enamoradas de Yoongi. A Namjoon no le molesta ni lo pone celoso, más que todo, lo comprende. Incluso él puede ver el atractivo de su amigo.

—En eso me pasé la noche. —informa Namjoon. Bosteza y se pone de pie, rumbo al baño.

Luego de asearse y colocarse ropa, ambos se dirigen al transporte público. Gente y más gente en camino a cumplir sus deberes. Yoongi le da su asiento a una embarazada y Namjoon decide hacer lo mismo con un anciano, pero el tipo pasa de él.

—Tal vez sean tus rastas, viejo. —Yoongi bromea, mostrando la bonita sonrisa de goma por la que todos los omegas babean.

Namjoon resopla, pero todavía se toca el cabello, preguntándose si su amigo tiene razón. Las personas no confían en él. Es torpe, grande (en todos los sentidos), tímido y ridículo.

En la primera parada, un aroma dulzón ataca sus sentidos. Expande las fosas nasales en busca de encontrar la fuente, pero hay tantos olores que le resulta imposible. Yoongi le está contando algo sobre una pista que hizo en su computador, pero Namjoon no puede capturar las palabras.

—¿No te huele a rico?

De repente, un hombre con capucha llama su atención. Alarga la mano con la clara intención de tocar al chico que está dándole la espalda. Yoongi le responde, pero ya Namjoon está acercándose a zancadas. Toma al tipo por el cuello y aprieta.

—¡¿QUÉ INTENTAS HACER?!

Yoongi le cuestiona con la mirada, pero olfatear en dirección al pervertido es lo que requiere para sumar dos más dos.

—Un pervertido. —susurra Yoongi, sus facciones oscureciendo.

—Y-Yo...

Entonces, Namjoon finalmente enfoca a la víctima. Su primer pensamiento: Qué rostro más tierno. Un omega. Tiene los ojos pequeños y cristalizados, como si estuviera a punto de llorar; los labios anchos, rosados; las mejillas rellenas. Huele a flores. A azúcar y... Namjoon no puede dejar de mirarlo. Es de donde proviene el aroma que lo mantiene cautivo.

—¡¿QUÉ ME ESTÁS HACIENDO, MONSTRUO?! —grita el pervertido, pero Namjoon no lo suelta. Incluso si sus instintos lo empujan a olfatear al bonito omega a centímetro de él.

—¡Te llevaré a la estación de policía! —responde, iracundo.

—¡AYUDA, AYUDA! ¡ESTE HOMBRE ME PIENSA HACER DAÑO!

Los espectadores jadean al unísono. El joven beta está en obvia desventaja con relación a los dos alfas que lo rodean.

—¡E-Este hombre me tocó! ¡No merece compasión! —grita el omega.

Es lo que Namjoon necesita escuchar para bajar en la próxima parada y dirigirse a la estación de policía más cercana. Yoongi y el omega bonito le siguen.

You are NOT a Monster | NamMinWhere stories live. Discover now