Capítulo 43: Prisas

524 57 22
                                    

—Ha sido toda una decepción —le comentó Ashido a Momo tras ponerse al día de su estado—. Yo que pensaba que os escapabais por las tardes para estar los dos solitos sin que nadie os molestase...

—Creo que nadie se lo esperaba —dijo Jiro desde la silla al lado de su cama—. Bakugo echaba fuego por la boca sabiendo que Todoroki tenía permiso para entrenar en la ciudad de prácticas y él no. Dijo algo de que iba a quejarse al profesor por favoritismos.

De modo que Todoroki ya debía saber que los profesores estaban al tanto de sus entrenamientos. En realidad, era inevitable después de lo sucedido. Todos se habían enterado de lo que hacían por las tardes y él tenía que darse cuenta de que, si no los castigaban, era porque ya estaban al corriente de ello.

Suspiró algo inquieta por ver descubierta esa traición a su confianza. Al principio, había temido su reacción al enterarse; más cuando sus sentimientos por él iban aumentando día a día. Pero después, cuando vio que nadie sospechaba nada —o al menos, no sobre sus entrenamientos—, se fue relajando.

Aferró sin darse cuenta la sábana con su mano ilesa mientras buscaba la parte positiva de aquello. Imaginaba que Todoroki se había enterado de ello durante la operación, cuando el profesor se había presentado allí. Sin embargo, él ni lo había mencionado. Gracias a su accidente, quizás se sintiera lo suficientemente culpable como para perdonárselo. Era un pensamiento mezquino aprovecharse de su culpabilidad, pero si eso hacía que lo pasara por alto, bienvenido fuese.

No quería que nada enturbiara ese momento que había tenido con él antes de marcharse. Aún podía inspirar y oler su aroma por la habitación. Todoroki había pasado la noche allí y, por la mañana, se había mostrado más directo con las emociones que sentía. Habían hablado e incluso la había abrazado, pensó con una sonrisa. Aquella conversación le había hecho aflorar sus esperanzas de conseguir otro tipo de relación con él.

—No nos está haciendo caso —dijo Ashido en voz alta al tiempo que zarandeaba su mano frente a sus ojos—. ¿Por qué sonríes?

—Por nada...

Era una flagrante mentira. Si no fuese por el estado de su brazo y su costado, estaría dando saltos de alegría. Que estuviera de acuerdo con sus palabras le decía que estaba abierto a la posibilidad de darle una oportunidad.

Y si ésta se presentaba, iba a trabajar duro para conseguirle. Haría que no se arrepintiera de esa decisión.

—Pues a mí me parece que es porque ha pasado algo interesante.

—No es cierto.

—Habéis estado los dos solos toda la noche —añadió Ashido, como si eso significara algo.

—Estaba inconsciente —protestó Momo—. Me he despertado esta mañana.

—Y él estaba aquí —completó con una sonrisa—. Anda, cuéntanos los detalles.

—No hay nada que contar. Se quedó porque estaba preocupado por mi salud. Pero cuando ha visto que me encontraba bien, se ha marchado.

—¿Y ya está? —habló por fin Jiro—. Vale que es un poco serio, pero en vista de lo ocurrido, podría haberse mostrado más cariñoso contigo. ¿Siempre es seco cuando estáis juntos?

Momo pensó en lo emocional que había estado Todoroki esa mañana y en lo erróneo de esa pregunta, y no pudo evitar ponerse roja.

—Estáis equivocadas. Nosotros no...

Pero se detuvo. Porque él le había dicho que iba a considerarla y no quería que ninguna otra se le acercara mientras lo hacía. Si dejaba que el rumor siguiese, estaría más tranquila.

El resultado del examenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora