23 | Marca Tenebrosa

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Aviso: en este capítulo hay muuuuuuuy leve +18. Nada extremo ni explícito, solo se menciona por encimita, pero es mi deber avisar jejej. Tal vez en el futuro lo extienda y agregue más detalles, pero por ahora disfruten.

—Entonces, ¿estás completamente segura?

—¡Ya te dije que sí! —rio Eloise, subiéndose el dobladillo de su camisa larga (que en realidad era de Tom) hasta los muslos para treparse en su regazo. Tom la encerró entre sus brazos, atrayéndola más hacia él, hasta que Eloise quedó recargada en su pecho desnudo—. No seas llorón, prometo hacértelo despacito.

—No te creo.

—Bueno, dicen que las primeras veces siempre duelen —murmuró juguetona, besando el hombro de Tom para después trazar un húmedo camino hasta su boca. Tom suspiró, apretando el agarre en la cintura de Eloise hasta que la camisa larga que portaba terminó hecha bola por encima de su trasero.

Se habían despertado una hora antes, con Eloise encaramada encima de él porque dormida era como un koala. Cuando Tom llegó la noche anterior, ya informado de los sucesos ocurridos en la cocina de su casa y que involucraban directamente a su esposa, Eloise se había limitado a lanzarse a sus brazos y besarlo ferozmente. Tom trató inútilmente de que le hablara al respecto, pero luego Eloise estaba haciendo ese tipo de movimientos que lo enloquecían, y entonces estaban los dos en la cama, quitándose la ropa (arrancándosela, más bien) y envolviéndose entre las sábanas blancas, repitiendo el proceso hasta que Eloise cayó profundamente dormida, exhausta.

Ahora hablaban sobre la marca que Eloise empezaría a hacer en los mortífagos. No había lugar más idóneo de hacérsela a Tom que en la cama, solos y despojados de máscaras.

—Me estás distrayendo —se quejó ella, meneando suavemente sus caderas encima de Tom, que estaba despertándose. Verdaderamente despertándose.

—Tú eres la que está besándome.

—Tú eres el que me está tentando —rebatió ella con indignación—. A ver, quítame las manos de encima.

Tom la miró, pero no le hizo caso. En cambio, le apretó el trasero con fuerza. Aquello hizo chillar a Eloise, retorciéndose hasta quedar debajo del cuerpo de su esposo. Puso las manos en su pecho, empujándolo.

—Abre las piernas.

—¡No! —negó, sonrojada—. Tom, tenemos que bajar para continuar con la marca.

—No me has marcado a mí.

—¡Porque no me dejas! —respiró agitada, ya que su fuerza de voluntad mermaba conforme su esposo repartía caricias por sus muslos—. No... no hagas eso. Y ponte ropa encima, joder. No me puedo concentrar.

Tom sonrió, arrogante.

—¿No dijiste que eras una bruja muy capaz?

—¡Lo soy! —afirmó, ofendida—. No pongas en duda mis capacidades, idiota. Soy bastante capaz de hacer cualquier cosa.

Se arrepintió de haber dicho esas palabras cuando la mirada de Tom se oscureció, y con sus duras manos abrió sus piernas para meterse entre ellas.

—En ese caso, hazme la marca mientras yo me entretengo con otra cosa.

Eloise se atragantó con su saliva.

—¿Qué?

—Necesito distraerme para ignorar el dolor, cariño —dijo con falsa inocencia—. Por favor, empieza ya. No quiero quitarte más tiempo.

Tom hizo un movimiento y de pronto Eloise volvía a estar en su regazo, pero esta vez su camisa estaba totalmente subida, dándole vía libre a su esposo para que tocara cuanta zona quisiera tocar. La castaña pasó saliva, ansiosa. Tenía sentimientos encontrados.

Atrapó su varita en la mesa al lado de la cama. Miró a Tom, que le robó un rápido beso. Eloise tomó una profunda bocanada de aire y capturó el brazo de su esposo, presionando la varita en su piel. Estaba por murmurar las palabras cuando sintió una intrusión en su zona íntima, y jadeó incrédula, completamente tiesa.

—Por Merlín —espetó titubeante. Tom pasó sus labios por su mejilla, llegando a su oreja.

—Una bruja capaz puede hacer perfectamente un simple hechizo sin detenerse por estímulos ajenos.

—¿Cuándo has visto a una bruja haciendo un tatuaje cuando la están...? —apretó los labios, con la cara roja.

—La estoy viendo ahora.

—Es imposible.

—¿Que es muy poco, dices? —Tom frunció el ceño, confundido—. ¿Debería agregar otro?

—¡Yo no dij...! —pero había otro más, y Eloise gimió demasiado alto. Se tapó la boca de golpe, con la risa de Tom de fondo—. ¡No te rías, imbécil!

—Eloise, entre más tardes marcándome más tardo yo en terminar. Deberías apresurarte. Sería demasiado tedioso tener que encargarme de los mortífagos que hayan escuchado tus preciosos sonidos, los que son solo míos.

Un estremecimiento sacudió todo su cuerpo, haciéndola sentir sus dedos más hondo.

—Bien, bien, yo puedo —aseguró convencida—. Haz lo que quieras, cerdo. No me vas a vencer.

—¿Apostamos?

—Te odio.

—Yo más.

Así que Eloise se puso manos a la obra, y Tom también. Tuvo que detenerse varias veces por la sensibilidad de su entrepierna, porque Tom metía y sacaba los dedos o los hacía girar y presionaba su punto más endeble, pero se concentró en su tarea y al final acabó por hacer un maravilloso trabajo. La marca oscura se veía brutal en su pálido brazo, y solo cuando estuvo terminada fue que Tom realmente se dedicó a su tarea, tirando a Eloise a su lado y sumergiéndose en ella buscando la saciedad que nunca tendría, porque Eloise era lo único de lo que jamás sería suficiente.

Una hora después, recién bañados y satisfechos, bajaron al primer piso. Algunos mortífagos estaban ya reunidos, y aunque la saludaron con un asentimiento respetuoso, Eloise se sentía bastante abochornada.

—¿Y si me oyeron? —preguntó a su esposo en voz baja. Él le puso una mano en su espalda baja y la instó a caminar.

—¿De verdad creías que iba a permitirlos escucharte?

La castaña abrió la boca sintiéndose estúpida. Por supuesto, un hechizo insonorizarte.

Cuando todos los presentes estuvieron de pie frente a los señores, Eloise procedió a explicarles el propósito y funcionamiento de la marca, mostrando a su vez la ya hecha en el brazo de Lord Voldemort, trayendo consigo un recuerdo que le hizo arder las mejillas. Finalmente les pidió hacer dos filas para ser marcados, la mayoría uniéndose al lado de Eloise por su delicadeza, pero con una mirada de advertencia de Tom la mitad se fue con él.

El tiempo pasó rápido y sin mayores problemas. La marca ardía un poco, pero nada que no pudieran superar. Al finalizar, todos poseían aquel tatuaje característico de la organización. Eloise observó complacida, volviendo al lado de su esposo, que tenía las manos entrelazadas tras su espalda y le dio el honor con un simple movimiento de cabeza.

Eloise avanzó un paso.

—Esta señal colectiva los cataloga a todos ustedes, oficialmente, como mortífagos de Lord Voldemort, nuestro Señor Oscuro. De ahora en adelante portarán la marca con altivez, entregándose enteramente a la causa, y responderán a los llamados de nuestro señor estén donde estén. De faltar a su palabra, serán castigados, y si tienen suerte, podrían seguir con vida. —Esbozó una sonrisa encantada—. Bienvenidos sean al lado oscuro de la magia. Hágannos sentir orgullosos de haberlos elegido para llevar en su cuerpo la Marca Tenebrosa.

Forever | Tom Ryddle [HP 0.5] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora