Para ellos esconderse del mundo les era divertido porque ambos estaban juntos en esta travesía; pero eso solo quedaría como un recuerdo más de la niñez.
Esconderse para sobrevivir ante la sociedad era su nueva regla de cada uno; sin embargo, si para...
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El joven pelirrojo caminaba sin tomarle mucho interés a su al rededor, pues, aquel folleto sobre fútbol obtenía toda su atención en la caminata hacia su casillero. Al llegar a su destino, se dispuso a colocar la clave correcta para abrirlo y cuando lo logró, los rizos rojos al costado de él lo sorprendieron.
−¡Northland! ¡Qué alegría volver a verte, hermanito! −vociferó, la pelirroja rizada.
A pesar del tremendo susto que se llevó por la aparición repentina de su pariente, recompuso su postura recta, y cerrando su casillero volteó a verla sin demostrar ni una pizca de haber sido afectado por su llegada.
−Pero, ¿No nos vimos hace unos minutos en la casa, Emberlyn? −cuestionó seguido de un suspiro cansado. No estaba de ánimos para esto, y de eso se dio cuenta su hermana.
−¿Cansado de mí, Northland? −replicó siendo notable lo irritable que le había parecido la pregunta de su mellizo.
−Ahora entiendo el enojo de Callahan cada vez que la nombro. −refunfuñó y frunciendo el ceño por cómo Ember lo llamaba.
−A mí, tampoco me gusta que me llames por mi nombre completo y tú sigues haciéndolo para fastidiar.
−Lo sé, lo sé. −dijo burlón al recordarlo.
Rechistó Ember, rodando los ojos con molestia.
−Para esto no vine, hermano. −Se cruzó de brazos.
−Bueno, me imagino que no has venido para pasar tiempo con tu querido hermano, ¿Verdad? −Alzó una ceja, sabía bien que estaba en lo correcto.
−Exacto. −aclaró con cierta burla.
−Me lo suponía. −contestó−. La traición. La decepción, hermana. −fingió estar dolido por la respuesta colocándose su mano izquierda en la parte superior de su abdomen.
Una risilla se asomó en el rostro de la pelirroja; North se sintió orgulloso al escucharla reír, todavía tenía el don. Aunque, esto pasó a segundo plano cuando el timbre, que indicaba el inicio de la primera clase del día, sonó.
−Debo de irme, no puedo llegar tarde. −informó apurado, y sacando unos libros para su curso de química.
La de melena rojiza no perdió más tiempo antes de que su hermano se fuera.
−North, vine para preguntarte si aceptabas acompañarnos a Russ y a mí a la fiesta de hoy en la casa de Xavier.
−¿De Xavier Dave, mi archienemigo desde la infancia? ¿Ese mismo?
−Sí, sé que no están en buenos términos, pero Russ estaba seguro de que no te perderías esta fiesta; ya que, sería un buen inicio para entrar al equipo de fútbol este año. −decía esperanzada por la respuesta afirmativa de su mellizo.