Capítulo uno.

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30 de Octubre de 2021.
1:00AM.
Bisang-Dong, Daegu.
Tres días antes.

La suave brisa que entra por la ventana semiabierta de la habitación, provoca que el cortinaje se ondee, y, bajo la luz de una pequeña lámpara en la cómoda, un chico yace sentado sobre sus piernas al centro de la recámara.
A medida que el tiempo pasa, observa nervioso cada rincón del espacio, tal vez preparándose para cualquier cosa que pudiese ocurrir, pues sus fibras más sensibles se ven expuestas aquella noche otorgado por el juego que sabe bien, no le llevará a nada bueno.

Pero aunque su lado racional se niega a seguir con todo esto, igualmente palpa con la yema de sus dedos el puntero de madera vieja y anticuada, pues aquella tabla ouija fue alguna vez de sus bisabuelos difuntos, nunca se supo ni por asomo con qué fines era utilizada, ya que la familia solo se limitaba a decir que; "la reliquia", iba de generación en generación, ahora, cayendo en manos de su padre. Y se las arregló para extraerla del ático hace nueve días atrás y hoy, era la séptima vez que intentaba comunicarse con ella.

Sin embargo, a pesar de su persistencia, ansiedad y nerviosismo, nada extraño o fuera de lo común ocurría; la situación lo atormentaba porque deseaba que ella se comunicara con él de alguna manera u otra, y en su desesperación por lograrlo, se encontraba a un costado de un precioso vestido rosado con flores cuidadosamente bordadas por todo este, y su brazo, estaba extendido a punto de pasar una navaja por la piel de la palma de su mano. Nervioso, y con sus manos temblorosas evidenciando su miedo, penetra el filo y lo desliza por su piel, y con una mueca de dolor, suelta de pronto la navaja que cae sobre el piso y su sangre tiñe de rojo la tabla.

─ ¡Joder, lo he hecho! ─ dice en un lloriqueo de dolor, después de mover su mano y esparcir su sangre por la tabla, es asqueroso y absolutamente demente lo que está haciendo, pero está vez, su desesperación y aquel sentimiento vacío dentro de él le da el coraje de seguir, y una vez con sus manos en el puntero sus ojos se cierran y es cuando comienza a hablar en un tono bajo y agudo, se percibe sereno, pero en realidad el miedo lo está consumiendo.

─ He venido de nuevo, tengo algunas preguntas que deseo esta vez sean resueltas, he entregado algo que me pertenece, y algo que le pertenece a ella. Así que, deseo que quién esté ahí, me escuche.

Un poco de tiempo pasó, y con sus dedos movió el puntero, y como la noche anterior, nada ocurrió, el viento seguía soplando y moviendo el cortinaje, las ramas del arbusto seguían golpeando el cristal de la ventana y él con una decepción enorme y dándose finalmente por vencido, se coloca de pie para terminar con aquella estupidez.

─ Esto es realmente inútil... ─ suspira pesadamente. ─ ¿En verdad creí que algo ocurriría, que mágicamente ella aparecería frente a mí y hablaría conmigo? ─ Una risita amarga salió de sus labios. ─ De verdad que soy un imbécil.

Cuando estaba a punto de acercarse hacia el apagador de su habitación, un ruido extraño se escucha en esta; el viento había dejado de soplar, la luz de su lámpara de noche bajó de intensidad, un calor extraño se apoderó del lugar, y con una lentitud innata gira sobre su propio eje y su cuerpo en automático se tensa al darse cuenta que el puntero se mueve por la tabla con lentitud, deletreando algunas cosas que no entiende hasta que con valor se acerca, quedando frente a la ouija.

─ ¿Kim Go Eun, eres tú? ─ toma agallas para cuestionar con verdadero temor, al principio creyó que una vez que todo rindiera frutos sería fácil, pero ahora que se encontraba cerca de una tabla la cuál su puntero se movía por sí solo, no podía pensar en nada más que en no mojar sus pantalones de mezclilla.

El objeto se desliza con lentitud hacia aquel "No" que se encuentra en la parte inferior de la tabla, y la taquicardia provocada por la ansiedad hace su aparición.

Devilish | kvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora