¿Por qué?

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Mikel se encuentra en la oficina en conjunto con Dylan mientras se limpian el desastre que tienen ambos en el rostro. La directora sólo se limita a observarlos.

—Mikel te tenía en un altar —es lo primero que dice—. ¿Qué es lo que pasó? —Mira a Dylan.

—No lo sé, directora. Estaba hablando con mis amigos y de la nada él me golpea. —Se encoge de hombros.

La directora no le cree. Es la ocasión treinta y tres que Dylan visita la oficina y la primera de Mikel. Las estadísticas hablan por sí solas.

—¿Fue así, Mikel?

Al nombrado le duele todo el cuerpo y lo que menos quiere es hablar de lo sucedido, menos estar al lado de Dylan porque sabe que no tendrá ninguna consecuencia de su accionar.

—Dylan estaba hablando mal de las mujeres y cómo prácticamente quiere violar a la psicóloga.

La directora Marta abre su boca sorprendida, pero se intenta retener de dar una expresión un tanto comprometida y se las arregla para volver a su rostro serio, sin embargo, comienza a mover su pierna en nerviosismo. Lo único que le falta a Dylan para cerrar el círculo de psicópata.

—¿Es eso verdad? —le interroga Marta.

—No —miente—. Solo estaba hablando de cómo me quería acercar a la señorita Amanda, nada más.

Mikel lo mira y sonríe sarcástico. La impotencia corre por sus venas, miente tan bien.

—¿Y a usted cómo le influencia la señorita Amanda, Mikel?

El chico frunce sus cejas y la rabia que ya tiene quema en su estómago.

—Lo mismo le dije a Dylan, ¿por qué una mujer debe ser mi familia para preocuparme por ella?

No lo entiende. Sociedad machista y egoísta.

—En serio, señorita Marta. No sé qué se trae Mikel con la señorita Amanda, quizás también está enamorado.

Mikel frunce más su ceño y presiona sus puños. La directora lo mira, pensando en lo que había comentado Gabriela cuando interrumpió la sesión, que se veían bastante cercanos para ser la primera. Los chicos siempre se muestran lejanos y sin querer hablar de más, recién en la tercera sesión y si es que es el caso, se desenvuelven mejor. Definitivamente, algo existe aquí, pero no dice nada.

—Mikel una falta más y recibirás un castigo. Lo mismo para Dylan.

No entiende cómo la solución a su problema es la misma que para Dylan, pero a estas alturas solo quiere abandonar la oficina. Pensando que le ha dejado más que claro a Dylan que no se puede acercar a Amanda, no obstante, a tan solo unos metros de la oficina de la directora, Mikel abrocha sus cordones y Dylan lo empuja, pierde el equilibrio y cae al suelo, lo mira hacia arriba. Le duele cada centímetro de su piel.

—Ahora no te dejo más, Mikel. Eres mi nuevo juguete.

Siente miedo. Sí. Porque mientras que el chico rubio sí puede matar a alguien, él no es capaz de matar ni a una mosca. Está de rodillas en el suelo. Toma un largo respiro. Le duele el cuerpo. Desea llamar a alguien de confianza, a su mamá, a su padre o, aunque sea a un amigo. Pero aquí está. Solo. Dylan tiene razón, si algo le sucede nadie vendría a reclamar su cuerpo mientras que Dylan tiene a muchas personas que lo ayudarían.

—¿Qué te pasa, estúpido?

Lo mira. Sus ojos verdes que irradian tanta maldad. No tiene palabras, no entiende de dónde ha sacado el coraje para golpearlo porque ahora el miedo lo carcome completo.

LOS IN-VISIBLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora