Mentiría si les dijera que Riley sigue igual que siempre.
Él ha cambiado desde que vio a Lucy, no sé que le pasa...pero lo siento lejos.
Ya han pasado dos semanas, dos semanas donde Riley parece no notarme.
Donde al parecer el "Riley & Anna" nunca existió. Y bueno, en realidad nunca existió...pero estábamos en un proceso.
Un proceso que murió.
- ¿Mamá? -sentí a Haley tocando mi muslo. La miré, ella me sonreía.
Inconscientemente una sonrisa se formó en mi rostro. La levanté del suelo y la senté en mi regazo.
- ¿Qué pasa cariño?
Ella tocó mi nariz con sus pequeños deditos. Y río cuando intenté morderlos.
Sus ojitos brillantes, su risa...es todo lo que me hace seguir adelante. Haley hace que mi vida tenga sentido.
-Mami...¿Papi? -pregunta inocente.
Una pregunta inocente hace que mi corazón se agite. No puedo seguir así, pensando en si Riley me querrá o no.
-Papi está...-
El sonido de la puerta me interrumpe, Riley entra en el departamento. Haley lo mira y comienza a moverse para bajarse.
Cuando logra bajarse, camina hacia Haley emocionada y estirando sus brazos hacia él.
-Voy al parqué -me avisa Riley sin mirarme.
Me duele todo esto. Y ya estoy cansada de sufrir.
-Está bien -respondo con la voz ronca, me aclaro la garganta y miró mis manos.
Justo en ese momento suena mi móvil.
- ¿Hola?
-Hola Annie...
Miro a Riley, él cual me mira atento. Haley juega con su cabello.
- ¿Dean? -pregunto, Riley frunce el ceño.
-Hola nena, ¿Cómo estás? -pregunta, su voz totalmente seductora.
- ¿Qué quieres? -pregunto ya cabreada. Éste chico es un pesado.
-A ti, te quiero a ti...-susurra- Pero tú te resistes y eso me encanta.
-No me gustas -replico, siento su risa.
-Pero tú a mí sí, y creo que eso basta.