29. Cuidados

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"I set fire to the rain
And I threw us into the flames
When it fell, something died
'Cause I knew that that was the last time, the last time!
Sometimes I wake up by the door
That heart you caught must be waiting for you
Even now, when we're already over
I can't help myself from looking for you"


~O M E G A C E M B E R ~

— Me gustaría hablar con su tutor.

— No tiene. Soy el único cercano.

— ¿Y usted qué es?

— Su prometido.

— Mil disculpas, señor. Debe ser difícil para usted.

— A veces olvido que es difícil para mí cuando le veo a él.

~O~

Recayó, luego de la fiesta de Akutagawa, Atsushi tuvo un ataque de neumonía repentino, se desmayó en el baño en un ruido seco que despertó rápidamente al mayor. Una ambulancia llegó a su hogar, pudo respirar cuando uno de los enfermeros le consoló diciendo que solo fue su enfermedad, que seguía respirando. Akutagawa se tocó la frente, sabiendo que aquella noche pudo perderlo, esa noche pudo irse.

A los pies de la cama del hospital se encontró besando los nudillos fríos de Atsushi, estaba muy mal. Un doctor se asomó rápidamente, con una carpeta en mano pidiendo que hablaran en privado. Akutagawa le siguió cabizbajo, con el corazón destrozado por ver al amor de su vida entregándole lo poco que tenía a la vitalidad. El doctor se llevó las manos al pecho, como si estuviera haciendo esa cara. "Esa cara" que solo anunciaba otra cosa peor.

— Ya dígamelo, ¿qué es? —pide, desesperado. El más anciano de la sala suspira.

— No le queda mucho tiempo. Estuve leyendo sus antecedentes y su historia clínica.

— ¿Cuánto?

— Pues... llevando quimioterapias podría durar dos semanas, quizás tres.

— ¿Y sin ellas?

El doctor suspira nuevamente. — Cuatro días.

La puerta es llamada, una enfermera llega con serenidad para dar una pequeña reverencia a Akutagawa y mirar a su superior.

— Doctor, despertó.

No dice más para que los tres partan a la sala donde Atsushi recién abría sus ojos, mirando la ventana por la que el rocío de la mañana entraba. El doctor se acomodó en la entrada, Akutagawa se sentó frente a la camilla de su omega.

— Usted ya es mayor de edad. Por lo que está en usted si llevar la terapia o firmar el cese de esta.

Atsushi asiente, con los ojos perdidos, Akutagawa prefiere guardar silencio, como si rezara porque el albino no pierda la ilusión que quedaba. Algo en él rogaba que no pida la opción que pensaba, y es que el omega era tan obvio. Estaba cansado.

— Deme los documentos —pide, suave. Akutagawa siente que su corazón se detiene, que el miedo llega a a cerrarle la garganta y secando lágrimas que no han salido. Atsushi voltea a verlo.

Ya no se ve seguro de esto, sus bicolores orbes no se hallan en ningún lado. Volvió a deprimirse, lo sabe. El doctor no tarda en entender, saliendo de la sala un momento para traer a una enfermera y una carpeta más grande. La tiende en la mesita de desayuno frente al omega y solo puede cerrar los ojos. Qué escena tan triste.

La mano del menor toma la pluma, ni siquiera se molesta en leer los permisos que desligaban al hospital de negligencia, solo firma todo lo que tiene su nombre hasta encontrarse con la frase que decide su destino: "Confirmo que deseo detener el procedimiento médico por mi propia voluntad". A su mente llega la imagen de Akutagawa conociéndolo en la fiesta de Mark, y siente que ya no puede dejarle esa carga al alfa. No puede seguir deteniendo la vida de alguien más que no sea la suya.

Así que solo termina de firmar. Akutagawa sonríe, es vacío, Atsushi le ha mirado por tanto tiempo que lo comprende. Pero el azabache sabe que le cuidaría por mil años.

Si Atsushi ya no tenía fuerzas, él le daría fuerzas; si no tenía más lágrimas, él lloraría por ambos; si ya no era feliz, le vendería su sonrisa; si estaba asustado, le abrazaría. Akutagawa cuidaría de su omega, porque eso significaba serlo.

Ser omega y alfa era más que mordidas y celos, era una conexión más allá de lo que alguien entendería. Velaría por su omega, porque no hay otro en la tierra más que Atsushi.

Omegadecember 2021Where stories live. Discover now