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Tres meses pasaron entre discusiones absurdas y miradas frías. No hubo ninguna cercanía de ningún tipo.

Cuando Jiang Cheng buscaba llegar a una tregua o volver el ambiente más ameno, el Lan le dirigía miradas de indiferencia o sólo lo ignoraba. Por más que fuera la mano derecha de su esposo, él no cumplía del todo su rol a menos que sea necesario; pasaba mucho tiempo en Gusu Lan o se iba a las cacerías por días. Con el pasar de los días el Jiang se rindió y sólo se dedicó a hablarle de ser necesario, como pedirle que cuidara la secta cuando a él le tocaba partir a alguna reunión con otros clanes. Lo único que hacía sus días menos tensos era la presencia de un pequeño Jin Ling que correteaba por todo el muelle.

Lan Wangji había empezado a concurrir a las tabernas por un poco de licor cuando la tristeza que lo embargaba en las noches era mucha, si bien no soportaba el alcohol, eso era lo único que lo aliviaba un poco de su pena. Esas noches, que por suerte no eran tan seguidas, volvía ebrio y llorando mientras murmuraba el nombre del alma a la que le profesaba su amor. Cuando Jiang Cheng se acercaba a ayudarlo y era reconocido entre la vista borrosa, era insultado y observado con odio, lo culpaba de la muerte de su hermano y lo empujaba hasta que por los mareos lo veía caer inconsciente; Wanyin sólo lo volvía a apoyar sobre sus hombros y lo dirigía a su habitación.

Una noche intentó quitarle sus prendas superiores para mejor comodidad y poder arroparlo, pero cuando iba a quitar la cinta de su cabeza un Haguang-Jūn enojado tomó su mano bruscamente y le dijo entre dientes "no eres nadie para profanar de tal manera mi cinta, no se te ocurra volver a intentarlo en tu vida ¡no te pertenece!". Desde entonces sólo lo dejaba en su cama y se iba de allí, para llegar a la suya y acurrucarse para llorar.

Él no merecía tanto desprecio, Lan Wangji no sabía nada de su vida y de como su mente ya era lo suficientemente maliciosa para abrumarlo con el pasado y envolverlo en la oscuridad. Él no sabía de todas las heridas abiertas que había en su corazón y de las cicatrices que a veces volvían a doler. Él no era consciente de los esfuerzo que debía hacer para aparentar que seguía siendo fuerte y un líder digno, tampoco sabía de lo cansado que estaba de todo.

Voy a olvidarme de mí [Zhancheng]Where stories live. Discover now