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Narrador omnisciente.

Tal vez muchas se preguntaban, de donde había salido tanta amabilidad de parte del padre de Eleonor hacia Ever, y es que Benjamín no cambió de opinión de la noche a la mañana, no estaba colocando sus manos al fuego por el simple hecho de que el boxeador fuera el novio de su hija y por ende lo iba ayudar, no.

Les cuento que, eso sí, que conste que no me gusta el chisme. Justamente hace unos días un hombre más joven que Benjamín era su cliente, se llamaba Josh Rutherford, desde temprana edad estaba pasando todos sus bienes a nombre de su único hijo. Benjamín no suele indagar en la vida privada de sus clientes, pero Josh fue quien un día en la reunión se abrió a su abogado, contándole que su hijo era boxeador, que estaba hecho un hombre y que se había arrepentido de haberlo dejado un bebé, específicamente cuando tenía dos años. Nunca más volvió por él. Le contó que su madre se había encargado de hacer al niño un hombre educado, graduado en negocios internacionales, de buen porte, un gran hombrón y que a pesar de que él había vuelto para acercarse a su hijo, ya este no quería saber de su papá.

Pero eso no es nada, lo que hizo cambiar a Benjamín fueron estas palabras.

>>Si alguien un día me pide un consejo, yo le diría que comparta todo lo que pueda con las personas que ama. Que el tiempo no retrocede y que hoy no podremos necesitar de una persona pero, mañana sí. Yo daría todo lo que fuera por estar en la vida de mi hijo y poder ver sus logros y tropiezos, aconsejarle, acompañarle. No tiene idea de lo que significa un hijo para nosotros los hombres, mire que desearía nunca haberme alejado de mi muchacho. Y si lo viera hoy, es un grandote que tiene dos veces mi tamaño, un boxeador del cual me siento orgulloso aunque él no sepa de mí. Y sabe, se siente tan mal procrear un hijo y no conocerlo, sin embargo doy mi vida por él si un día se le acusa de lo que sea. Si usted tiene hijos, cuídelos y ámelos, no importa si ya están grandes, aprendí que para el amor y el cuidado nunca hay edad>>

Benjamín al verse golpeado por esas palabras se recordó de Michael y su corazón se hizo puño. Él nunca se había alejado de su hijo, lo conocía muy bien, y se había dejado cegar de su mujer, empezó a juzgarlo por elegir sus gustos, lo hirió y lo hizo sentirse mal cuando por ser boxeador lo rechazó, olvidando que el corazón de su hijo lo había forjado él, había dudado de la educación y los valores que le dió y eso le hizo recapacitar justo a tiempo.

Aquí fallaron los dos, tanto como los padres, como el hijo. Benjamín y Carmelia se centraron en que boxear no era una carrera digna de una familia como ellos, restándole importancia a las complicaciones saludables y otras contras.

Pero bien, sin salirnos del tema, cuando Benjamín escuchó a su hija presentarle a su novio, se dio cuenta que Ever Rutherford era el mismo hijo de su cliente, el heredero de toda la fortuna de Josh, quien se había ido muy joven a España a hacerse un profesional, logrando grandes éxitos, convirtiendo su cuenta bancaria en una bendición. Quien para saciar cierta culpa ahora le traspasa todo su dinero a su primogénito. Sin embargo, Benjamín ha decidido guardar el secreto, pues de eso se trata la ética laboral, y aplicar que su cliente quien se había convertido en su compañero de charlas le había enseñado. Debido a su trabajo tuvo que indagar sobre Ever sin saber que él era el boxeador que traía loca a su hija, por ende no lo pensó dos veces cuando tuvo que ayudarlo, también por eso nunca se alteró cuando esa noche llevó a casa a Eleonor luego de que intentaran secuestrarla y el la salvara. Benjamín se dió cuenta que el mundo en realidad era muy pequeño y que tal vez era una ventaja para él, pues ya estaba confiado en que su hija no estaba en manos de cualquiera.

—¿Papá que haces aquí? — Michael se sorprendió cuando vio a su padre frente a su puerta, de pie, con cara triste y devastadora.

—Vengo a pedirte perdón. Los padres también nos equivocamos — Benjamín quería hablarle, y acercarse a él porque en realidad Michael no iba por excelentes caminos.

Michael se quedó boquiabierto y con apenas una seña lo dejó pasar a su departamento.

—Sé que estas sorprendido porque no estabas esperando esta reacción de mi parte pero soy tu padre y tengo que ayudarte, no obligarte a nada que no quieras hacer. Si no te gusta la carrera que estudias, déjala y haz lo que te guste, pero que sepas que de eso quieres vivir y que de ello puedes ser alguien grande, que no pasarás penurias ni estarás al borde de la muerte. Hijo yo nunca he querido mal para ti, tratemos de llegar a un acuerdo para tu beneficio porque yo ya no iré hacia ningún lado más que a la vejez, pero tu no. Tienes muchos caminos por recorrer y no me parece que ser boxeador sea lo que de verdad quieras hacer para el resto de tu vida. O puedes serlo por hobby, pero no por dinero ilícito. Puedes quedar ciego, con una muerte cerebral, cuadripléjico y.. no quiero verte sufrir —Para Michael esas fueron las palabras más sinceras que su padre le había podido decir en toda su vida. Para él significaba mucho este momento, se tragó su orgullo y abrazó a su padre. Después de los malos ratos, las peleas, los disgustos, las malas noches ya eso no importaba. Michael contaba con un corazón de luchador pero también uno que no guardaba rencor.

—Perdóname por dejarte ir de la casa, por dejarte esos días en la cárcel, por no haber pensado con el corazón. Perdóname, hijo, perdóname por olvidarme de lo que en realidad significa ser papá. Voy a estar para ti en todo de ahora en adelante, te lo prometo —

Y todo... todo por Josh, el padre de Ever, quien le había dado la mejor lección a Benjamín, y claro, Lucía, quien en parte también le hizo ver que lo que le faltaba era seguridad.

>>Yo siempre estoy segura de Ever porque sé lo que eduqué y lo que crie>>

Él se había olvidado de lo que crió, pero otra vez había vuelto a recordar y a estar seguro de los maravillosos hijos que tiene.

La nena del boxeadorWhere stories live. Discover now