💍Prólogo💍

2.6K 209 11
                                    

Zack tragó deseando que toda esta locura en la que se había convertido su vida se detuviera de una vez, ya no sabía cuántas veces terminó rezando para que entrara alguien por esa puerta y se opusiera a esto.

Por supuesto, eso nunca ocurriría, tenían guardias en cada esquina, que se aseguraban de que no existiera inconveniente alguno en la boda.

El hombre frente a él hablaba y hablaba, Zack no podía concentrarse en lo que decía, estaba completamente aterrado, sudando a mares dentro de un traje con más de tres capas.

Su padre lo fulminó con la mirada cuando el juez volvió a repetir la pregunta.

—Señor Mallot. ¿Acepta?

Zack tragó, una gota de sudor bajó de su sien hasta el cuello perdiéndose en el borde de su camiseta, su labio inferior tembló levemente mientras respondía.

—A-acepto —su padre por fin se relajó dejando salir un suspiro.

El juez miró a la persona a su lado, ya era hora de que ese maldito se sintiera un poco nervioso.

Kieran lo miró de reojo mientras le repetían la pregunta, Zack no iba a molestarse si decía que no, es más, le haría un gran favor, no quería esta boda.

¿Por qué querría casarse con un hombre?

Evidentemente a la familia no le importó que Kieran y él fuesen heterosexuales, sólo importaba la unificación de ambos negocios, hasta el punto en el que arriesgarían a sus herederos y futura descendencia.

—¿Acepta?

—Acepto —Zack se enojó, ni siquiera titubeó.

—Intercambien sus alianzas.

Ambos se giraron, Kieran tomó su mano, algunos rizos negros cayeron sobre su frente, su casi esposo tenía los atributos de los Tolkien.

Zack no era pequeño con su metro ochenta, sin embargo, Kieran lo sobrepasaba por cinco centímetros, cabello rizado y negro, ojos aguamarina, labios finos y un rostro altanero que odiaba ver.

Kieran deslizó el anillo en su dedo y Zack se dispuso a imitar el gesto, pero sus temblorosas manos complicaron todo el proceso, cómo si tal humillación no fuese suficiente Kieran terminó ayudándolo a colocar el anillo.

—Los declaro casados, pueden besarse.

El estómago de Zack se revolvió y dio un vuelco, Kieran también se veía por primera vez un poco nervioso desde que empezó la ceremonia, ya era hora de que sintiera un poco de lo que él estuvo padeciendo las dos últimas horas.

Zack no quería besarlo, sí, a partir de hoy era su marido, pero esto no fue algo que quiso.

Ahora mismo se lamentaba de que ninguna de sus conquistas se enamorara lo suficiente como para colarse en la boda y armar un jaleo.

Kieran colocó su mano derecha en la parte posterior de su cuello y comenzó a acercarse, Zack puso las manos contra su pecho resistiéndose al ataque.

—No te atrevas a besarme —gruñó entre dientes, Kieran resopló.

—Confía en mí, quiero hacerlo tanto como tú quieres, pero debemos darles un espectáculo si queremos que nos dejen en paz —Zack cedió y dejó que sus labios se tocaran.

El beso no era agradable, pero la situación podía soportarse.

Kieran lamió sus labios y Zack inconscientemente abrió su boca aceptando la proposición. La lengua de su esposo se coló en el interior y lo que antes se sintió desagradable, ahora se tornaba un poco excitante.

Zack no podía creer que estuviese pensando una cosa tan absurda, se separó empujándolo ligeramente.

—¡Un brindis por los novios! —gritó alguien.

Zack no se quedaría por más tiempo en esta ridiculez, aparentemente su marido pensaba igual y decidió seguirlo.

—¿A dónde creen que van? — preguntó su madre con una sonrisa.

La madre de Kieran hizo su propia aparición y les salvó el pellejo, Zack creía que esa era la intención a pesar del comentario.

—Deberías dejarlos disfrutar de esta noche, es la noche de boda después de todo —su madre se carcajeó y los dejó ir.

Noche de boda.

Absurdo, deberían de darles un premio si amanecían vivos.

Zack hizo caso omiso a la broma, no se pararía a discutir por algo que bien podía ser cierto, no la parte en la que disfrutarían, claro que no, sino cuando decían que era la noche de bodas.

Subió a la limusina, Kieran se sentó frente a él, todo el ambiente estaba incómodo, era prácticamente imposible respirar y ninguno dijo nada lo que duró el trayecto de treinta minutos hasta el pent-house, el estúpido regalo de boda de sus padres.

Ambos tomaron el elevador y Zack tecleó el código de acceso, cinco minutos mas tarde estuvieron en lo que sería la nueva casa.

El lugar era ridículamente grande para dos personas, al parecer compartían un piso de cinco cuartos, los sillones al entrar tenían un color extraño, Zack tomó nota, debía deshacerse de ellos si planeaba quedarse más de diez días.

Revisó los cuartos, sólo uno de ellos estaba amueblado, la habitación matrimonial era el doble de las otras cuatro, una cama King en el medio y el diseño era una jodida burla.

Zack desarregló la sábana arrojando los pétalos rojos al suelo, apagó las velas y encendió la luz, hoy no era un buen día para molestarlo.  

—Pondremos reglas —Kieran arqueó una ceja.

—¿Cómo cuáles?

—Primero: cero toques o besos entre nosotros, a no ser que sea inevitable.

—Yo también puedo poner reglas aquí. ¿Cierto?

—Sí.

—Pues la segunda será dormir en cuartos separados, hoy no puede evitarse, pero a partir de mañana este cuarto queda clausurado y utilizaremos uno de invitados.

—Bien, tercera, cada uno puede hacer lo que quiera fuera de esta casa, este lugar se respeta, por supuesto, sé discreto, no necesito rumores a mis espaldas.

—Cuarta, nada de explicaciones o meterse en la vida del otro, no somos un verdadero matrimonio.

—Quinto, no nos gustan los hombres ¿verdad? —Kieran le dió la razón, Zack continuó—. Entonces queda rotundamente prohibido tener sentimientos amorosos el uno por el otro, si pasa, esa persona debe alejarse y dejar en paz al contrario.

Zack puntualizó la última regla, pero no existía posibilidad alguna de que pasara semejante cosa.

Probablemente llovería café antes de que sintiera algo por un hombre, que Kieran se sintiera igual lo dejaba más tranquilo respecto a este matrimonio.

******

Matrimonio x contrato (BL)Where stories live. Discover now