•Capítulo 8•

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La pequeña casona amueblada muy simple, casi deba escalofríos, era algo fría y pequeña, pero alejada y eso serviría para mantener oculto a Itadori.

-Te encargarás de cuidarlo las 24 horas del día, si Sukuna aparece contrólalo lo más que puedas.

-Puedo con él- la castaña tomo asiento en el sofá y prendió la televisión mientras Gojo tomaba la atención de Itadori, quien no despegaba su vista de la chica. Quizás tenerla aquí sería más complejo para su entrenamiento, no obstante tampoco era buena idea dejarlo solo, aunque los altos mandos creían que estaba muerto... Ya no había mucho peligro... Y si la chica desaparecía mucho tiempo se preguntarían dónde está y la buscarían, además sospecharían de quién era realmente.

-Supongo que cambie de opinión, Ve a entrenar con los chicos...- la castaña y el pelirosa se observaron unos segundos.

-Está bien...- se levantó del asiento y toco el hombro del chico antes de salir dejando la zona ardiente por el tacto. Sonrió un poco recordando lo preocupada que había estado con su muerte, una señal de que ella también gustaba de él -Cuídate mocoso-y se retiró por completo, debía admitir que odiaba un poco ese sobrenombre, más por qué Sukuna le decía así seguido.

-Más te vale no estar observando el trasero de mi mujer- esa voz casi se volvía irritante al escucharla constantemente en su cabeza, pero compartían algo en común, les gustaba admirar a la chica, pero, aun así, no hablaban de ella.

***

A lo lejos pudo apreciar a una Nobara volando por los aires, un Megumi discutiendo con Maki y un Toge moviendo su mano de un lado a otro saludándola.

-¿Por qué Nobara está volando?- la castaña llegó a un lado del Pelinegro, quien detuvo la discusión Y miro a la chica de pies a cabeza.

-Finalmente, te dignas a aparecer- el Pelinegro de vez en cuando era bastante molesto, sin embargo, eso le recordaba un poco a su personalidad, además que el chico le agradaba.

-Entrena conmigo y Maki- la chica de pelos verdosos la observó un poco no muy convencida. Megumi le había contado que la chica tenía un poder oculto, algo que podía ser impresionante a la vista humana, no obstante que ella mantenía oculto, así que no le quedó de otra que aceptar por su curiosidad.

-Tengo cosas que hacer...- la castaña se rascó la nuca, realmente no quería entrenar o más bien no quería tener que fingir este día.

-¿Tienes miedo?-Maki finalmente abrió su boca dirigiéndole la palabra, palabras que fueran un desafió directo hacia la castaña.

-No... Adiós- sin decir más se dio la media vuelta para irse, dejándolos a ambos atrás e ignorando por completo todo a su alrededor. Simplemente, no quería hacer mucho más que ver a Itadori.

-Bien... Prometo dejarte tranquila si peleas una vez contra mí- la chica de pelos verdosos no sabía cuándo rendirse, su curiosidad la mataría y más el día de hoy que parecía no tener un gran humor.

-Bien... Pero no sabes lo que estás pidiendo- no bastaron más palabras para que frente a sus ojos la castaña desapareciera y volviera a aparecer en medio de la cancha a un lado de Nobara y el panda. Dejando con una gran impresión a su contrincante que a pesar de estar impresionada no expresó absolutamente nada y es que en este momento le causaba más curiosidad todos esos secretos que escondía la chica.

-Te tendré piedad y permitiré que utilizas una de mis armas- hablo mientras tomaba su espada entre sus manos y se posicionaba para pelear.

-Gracias, pero no la necesitó- la castaña frente de ella también adoptó una posición de combate algo floja, se notaba que no quería siquiera intentarlo y eso la molestó un poco. Casi parecía que se burlaba de ella y teniendo ese pensamiento se abalanzó con todo lo que tenía, siendo esquivada con facilidad por la castaña, sin embargo, dejándola un poco impresionada por su muy buena habilidad en combate.

Poco a poco el combate se volvía extenso y aburrido, ninguna atinaba un golpe más bien por qué la castaña no iba en serio, pero esto se acabaría justamente ahora. Maki comenzó a moverse a un más rápido y vigorosamente, su puño derecho rozó la mejilla derecha de Megami, sin embargo, antes de poder ser retirada por completo su muñeca fue sujetada con fuerza y antes de que pudiera hacer algún otro movimiento el puño de Megami dio en su mejilla lanzándola unos pocos metros más lejos. Anticipadamente de recibir más castigo, la castaña se detuvo frente a ella.

-Debo irme, pero realmente me impresionaste... Eres mucho más fuerte de lo que tú misma crees- dicho esto se dio la media vuelta y camino en dirección contraria, dejando a la peli verdosa impactada y con una obvia sospecha de que ella ocultaba mucho más de lo que demostraba.

****

Generalmente, observar las nubes le permitía a su mente calmarse, pero está vez se sentía más perturbada que nunca. Estaba ese asqueroso sentimiento en su pecho, esas ganas inútiles de querer verle y no poder hacerlo casi la carcomían por dentro; sin embargo, el destino los quería ver juntos y no desaprovecharía ningún segundo posible para que se vieran cara a cara.

-Me decepciona un poco el saber que querías matarme y que prefieres al mocoso, me dueles Megami- esos ojos estaban frente a los de ella, a una distancia tan corta que sus respiraciones chocaban. El techo del templo daba un prometedor romanticismo y la belleza del atardecer con combinaciones de colores rojizos y morados hacia un ambiente perfecto.

-Sukuna- susurro acortando un poco más la distancia entre los dos. El cuerpo de Itadori era musculoso y algo realmente divino de admirar, pero escuchar esa voz, esa voz ronca, susurrar y rugir su nombre era algo que la derretían.

-¿Qué haces aquí? ¿Deberías estar oculto?- su voz tembló. Esos ojos rojizos, rubí, brillantes la observaban detenidamente, siempre admirándola, siempre intimidándola, ella era lo único que sus ojos querían ver, ella era la maldición más temible que existía en este mundo.

-El chico se durmió Y teníamos un trato, no obstante tengo poco tiempo, solo quería volver a admirarte una vez más- su mano acaricio su mejilla lentamente, lo hizo con tanta ternura y delicadeza que llegaba a sentirse tan inigualable.

Era una confusión extrema en su mente, no podía llegar a comprender por quién era que sentía todo esto, si por la maldita sexi maldición y por el hermoso chico tierno, pero sabía una cosa, amaba absolutamente todo de ambos.

-Volveré a buscarte y la próxima vez te haré mía como siempre lo he hecho- esa corta distancia se acortó aún más, él podía sentir que ya no tenía el completo control de aquel cuerpo, sin embargo, arriesgaría todo en esos escasos segundos.

Se aferró con fuerzas a su cintura sin permitirle un centímetro de distancia, sin quererlo acaricio la piel de su espalda al levantar su camisa, ese suave contacto que parecía tocar a un dios. Sus almas lo pedían a gritos, ese contacto, ese beso que se volvió realidad en cosa de segundos, sus labios se unieron tensando al instante sus cuerpos. Se necesitaba el uno al otro y ese beso lo había demostrado todo, sus bocas se abrieron para saborearse mejor, sus lenguas se unieron en una pequeña guerra llena de pasión, llena de sentimientos que no se decían aún. Sin embargo, el control del cuerpo ya no era suyo.

Los ojos de Itadori la observaron fijamente, sus labios estaban sobre los de ella, sus manos apretaban con fuerza su cintura y el roce exquisito de su piel lo puso a temblar. Aún su mente no entendía que era lo que pasaba, pero sinceramente no sé detendría a preguntar, solo había un problema y era que estaba al borde del desmayo, al borde de un paro cardíaco y un problema quizás más grande... Este era su primer beso.

La mujer que Sukuna Amo •Ryōmen Sukuna/Yuji Itadori• ✅Finalizada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora