Capítulo 6

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No podía dormir; era imposible. Llevaba horas dando vueltas en la cama, sintiendo molestas las sábanas y el abrigado cobertor. Se sentía asfixiado, completamente consumido por el calor de su cuerpo ardiente. Y una y otra vez su mente le traía aquel recuerdo morboso de Chanyeol. Su polla. Larga, gruesa, rodeada por venas hinchadas, y con sus testículos llenos de semen. Con cada recuerdo, esta se hacía más vívida y palpable. El corazón le latía frenético, pulsando dolorosamente contra sus costillas.

Era la segunda noche que se encontraba así desde aquel encuentro íntimo con Park. Había intentado de todo para quitarse ese deseo carnal del cuerpo y de la cabeza, pero no podía. Como una maldición, cada vez que intentaba olvidarlo, el recuerdo se hacía más fuerte y se mezclaba con sus propias fantasías húmedas.

Estaba enloqueciendo. Su pobre raciocinio se veía hecho pedazos solo por esas sórdidas imágenes.

Frustrado, quitó las mantas de su cuerpo y dejó que el suave viento invernal le acariciara la piel caliente, esperando que así la temperatura le bajara. No funcionó. Sentado sobre la cama, en la penumbra de la noche, se retiró el pijama. Sus caderas anchas eran abrazadas por una fina pieza de encaje color borgoña. Las bragas eran minúsculas, suaves y sensuales. Volvió a echarse sobre la cama, apretando sus muslos, exprimiendo su polla endurecida. Gimoteó.

Su diestra bajó hasta su ingle y acarició con los dedos la extensión de su miembro pequeño, lo repasó de arriba a abajo hasta que sintió la humedad colarse entre sus falanges, entonces fue mucho más abajo, donde estaba su pequeño agujero fruncido, abriéndose y contrayéndose por excitación. La delicada tela de la braga apenas tapaba su entrada y estaba ya empapada de sus fluidos que se le escurrían entre los muslos.

Sabía como debía verse en ese momento, como una zorra necesitada jugueteando con su cuerpo en medio de la cama. Así lo veía Chanyeol.

El Diablo, cuyo sentido auditivo era maravilloso, no logró conciliar el sueño esa noche, y salió a recorrer los pasillos de la mansión. Halló la inquietud en el cuarto de Baekhyun y, muerto de la curiosidad, se escabulló entre las sombras sin que el muchacho lo percibiese siquiera, y, oculto en un ángulo de la habitación, lo miró quejarse sin poder conciliar el sueño. Se le cortó la respiración cuando el precioso cuerpo desnudo del zorro quedó eróticamente tendido sobre la cama. Era una descarada e inintencionada invitación a acompañarlo en la cama. Un fuerte jalón endureció su polla de golpe.

Ese pequeño híbrido le calentaba como las mismas brasas del infierno.

Sensuales gemidos y suaves jadeos.

Baekhyun hizo la prenda a un lado y con sus dedos humedecidos de lubricante empezó a querer penetrarse. Medió el dedo medio hasta el nudillo, largando un quejido placentero que le hizo arquear la espalda. Su otra mano acarició sus pezones erectos, jugueteando con ellos mientras imaginaba que era la boca de alguien más la que se adueñaba de ellos, la que los mordía y lamía, la que los succionaba como un cachorro hambriento; como si fuera la boca de Chanyeol.

La razón del zorro le decía que no era correcto masturbarse pensando en su jefe. No debía, pero lo ansiaba tanto que su lujuria pudo más. Siempre podía más. Lejos de ser ese zorro tan inocente como decía su dulce apariencia, Baekhyun ocultaba su lado más perverso en la cama. Desde que cumplió diecisiete años y sus celos empezaron a presentarse cada tres meses y, mucho más fuerte, en primavera, descubrió lo que le gustaba en el sexo y lo que no. En la cama quería ser usado y tomado sin cuidados; que una gruesa polla le rompiera el culo hasta llenarla de semen caliente y espeso; tener tantos orgasmos como no pudiese si quiera recobrar la conciencia luego; y que el delicioso sabor de la leche le bañara la garganta y desbordara su boca.

El Sirviente del Diablo (Chanbaek)Where stories live. Discover now