Capítulo 36

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*Julio 23

Dos meses después del incendio.


Baekhyun consiguió un cómodo lugar en un edificio de apartamentos con ayuda de Jonghyun, aunque él y Kibum insistieron que el híbrido se mudara a su casa en las afueras. Baekhyun se rehusó. Ellos estaban viviendo una vida casi de recién casados y sería sumamente inconveniente tener a Baekhyun merodeando por aquí y por allá. Aun así, Jonghyun siempre estaba pendiente del zorro.

El lugar era espacioso y con todo lo necesario para él. Su cuarto era pequeño, no obstante, aunque no podía importarle menos.

Al inicio, siempre comparó el lugar con la mansión de Chanyeol, aquel lugar que se atrevió a llamar hogar y que fue consumido por las llamas de un hombre furioso.

Obtuvo un empleo como secretario en una pequeña concesionaria.

Así logró sobreponerse luego de un mes en medio de profundo llanto y dolor, aunque este último aún no había desaparecido ni un poco.

Durante ese último lapso en donde estuvo separado de Chanyeol, le escribió muchas cartas. Las primeras cinco las utilizó para disculparse y explicar una y otra vez la situación. No sirvió de nada.

—Él quemó tus cartas sin haberlas leído.

Pero ello no lo detuvo de volverle escribir, pero siempre era la misma respuesta. Hace unas semanas le escribió una misiva donde le contaba sobre su estado. El hijo que crecía en su vientre era una verdad que Chanyeol inconscientemente se negaba a conocer.




Septiembre 18

Cuatro meses después del incendio.


Baekhyun despertó con muchas ganas de vomitar. Apenas abrió los ojos corrió al baño. Las arcadas eran terribles, tanto como el cansancio al que estaba sometido. Descansó su cabeza contra sus palmas mientras recuperaba la respiración. Se puso en pie con las piernas agarrotadas, se apoyó fuertemente contra el lavabo donde enjuagó su boca. Al elevar su rostro se encontró con su cansado rostro en el reflejo del espejo. Pero una tenue sonrisa surcó sus labios y no supo porqué.

—Creo que tengo antojo de ramen picante —murmuró.

Salió del baño y torpemente caminó hacia la cocina. Su cola peluda se arrastraba cansada sobre la madera, apenas moviendo la punta con cierta emoción. Y al atravesar la pequeña sala, un aroma delicioso llegó a su nariz.

Ramen picante de frijol negro.

Un tazón caliente estaba recién preparado y descansaba sobre su minúsculo comedor. El humo que salía dispersaba su aroma por todo el cuarto y eso, lejos de producirle nuevas arcadas como en los primeros meses, le provocó más hambre de la que tenía.

Había una nota escrita a mano a lado. Parecía la letra de Jonghyun.

Come, estás aún muy delgado.

Era todo lo que decía.

—Jonghyun —suspiró—, ¿cómo lo supiste?

Y sobre ese mismo papel, bajo las letras antes garabateadas, apareció la respuesta.

Siempre estoy escuchándote.

El Sirviente del Diablo (Chanbaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora