Capítulo 2

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— ¡Pero su majestad, Kacchan no puede venir!

— ¡¿Por qué rayos no, Deku?!

— ¡Porque no y punto! ¡No!

Mitsuki suspiro de forma larga y Masaru se tapo el rostro con el dorso de la mano, para que no se notará que se estaba riendo de la infantil pelea entre los niños delante de ellos.

Estaban todos reunidos en la sala del trono, un lugar donde se daban las reuniones más importantes dentro de Hinokoku, ya que se discutía con los reyes acerca de los temas más delicados con los miembros notables del reino.

Dejando los sentimentalismos aparte, Izuku Midoriya, no era solamente una joven muy querida por los reyes y amiga de la infancia del príncipe. Se trataba de la sucesora de un importante alquimista de renombre, Yagi Toshinori y la única hija de la sacerdotisas del palacio del dragón, Inko Midoriya, quien era amiga cercana de la reina.

Izuku conoció a Toshinori a la edad de cinco años, cuando el hombre fue hasta el templo de su madre en busca de consejo y guía para algunos de sus temas de investigación relacionados a la medicina. Ella quedó encantada con el hombre y él con gusto le compartió sus conocimientos, le heredó libros y le enseño de alquimia.

Inko, al ser una sacerdotisa, no estaba de acuerdo con un par de los preceptos —como el que decía que los dioses no existían— del rubio alquimista de ojos claros pero nunca le vio malas intenciones con su pequeña y él siempre respeto mucho su fé. Por ende, dejo que su hija siguiera aprendiendo de él, hasta que cuando cumplió diez años Yagi decidió que habia pasado mucho tiempo en Hinokoku y tuvo que partir.

A la pecosa se le partió el corazón cuando se fue pero estaba decidida a seguir su camino, tener más conocimientos para así ser de ayuda en su reino y la persona que lo gobernaría.

Claro que, eso tenía un precio.

— ¡Un puto "no" es una mierda de explicación, Deku! —gruño el de ojos rojos — ¡Dame un porque mierda no debería acompañarte!

Izuku apretó los puños, sus mejillas estaban rojas por haber estado gritando tanto y miro hacia la reina en busca de una salida, una ayuda, pero Mitsuki solo volvió a suspirar.

—Izuku-chan, en realidad, a mí me dejaría más tranquila si Katsuki te acompañará y lo sabes —argumentó la reina —Todavía si vas como estudiante a Endveador, la situación allá es algo molesta.

Y con molesta, quería decir que tenían un enredo político importante en relación a los herederos al trono.

—Pero...—intento protestar dirigiendo sus ojos esmeralda al rey quien le sonrió amable y comprensivo pero no iba a ofrecerle una salida —De acuerdo, ¿podrían explicarles a Kacchan...esa parte? Mientras iré a alistarme.

—Estoy aquí, maldita sea —bufo el cenizo sintiéndose ignorado —Puedes explicarlo tú.

Midoriya hizo un puchero y no le dirigió la mirada, hizo una reverencia a los reyes y se alejo por la puerta.

¿Y qué mierda le hice ahora?

Bakugou suspiro, no tenía idea de qué cosa podría poner así a alguien tan calmada como su amiga de la infancia y cuando miro hacía sus padres, asumió que ellos le darían una respuesta.

Tuvo que contener la nostalgia que sentía al mirarlos a los dos sentados en sus respectivos tronos.

Así debieron permanecer por bastante tiempo más.

—Katsuki, verás, no es tan fácil que Izuku vaya a Endveador a estudiar —empezó la rubia con una leve mueca de disgusto —En ese reino tienen ciertas reglas que no permiten a las mujeres ir a las academias, a no ser que vayan a estudiar ciertas carreras o tengan algún tipo de magia medicinal que sea útil. Izuku ha perfeccionado todo lo que tiene que ver con la alquimia, así que quiere estudiar en Endveador sobre políticas de comercio y economía.

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