1-. Baile en fiesta navideña

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Era víspera de navidad, la ciudad brillaba bajo la densa capa de nieve aquella tarde, algunas luces multicolores sobresalían de los tejados de las casas y otras tantas decoraban los pinos en los jardines, la escarcha posada sobre el piso cual manto reflejaba su destello, el piso parecía estar hecho de diamantes.

En la gran casa de los Grey, Meredith y su hermana Lexie decoraban de manera rigurosa el gran árbol de Navidad que su tía Susan había mandado a colocar en medio de la gran sala.

Para las jóvenes, era la primer Navidad sin sus padres, después de su inesperada y trágica muerte Susan las había acogido en su gran casa, pero no estaba siendo fácil para ella ni para ellas. Así que en un intento de hacer la situación más amena, Susan había decidido hacer una gran fiesta invitando a todos sus familiares y conocidos, creyendo que Meredith y su hermana sobrellevarían de manera más amigable la Navidad.

Y cuando la gran casa estuvo vestida de cálidos colores y con un dulce aroma a manzana con canela, los primeros invitados llegaron; primas, primos, muchos de ellos adultos, entraron como ráfagas de viento llenando la sala con conversaciones y la orquesta que Susan había contratado comenzó a sonar inundando la sala de la casa señorial de la tía Grey.

Lexie era una chica alegre, apenas cuatro años menor que Meredith, pero tenía una actitud rebelde y testaruda desde la muerte de sus padres, en cambio su hermana era más delicada, más dulce, amable y temerosa. No siempre se llevaban bien, pero Meredith ponía todo su empeño en mantenerse cerca de su hermana, pues sabía, que sólo se tenían la una a la otra.

El reloj cucú de la sala sonó anunciando las ocho horas, y como un viejo fantasma, el padrino Richard atravesó la puerta principal y se hizo un silencio sepulcral en la sala. Muchas cosas se decían de él; que era un viejo mago que recorría el mundo en pena por nunca haber tenido hijos, que había dedicado su vida a la magia y a los conjuros, que simplemente estaba loco o que tenía una gran fortuna escondida bajo sus zapatos. Lo cierto era, que al verlo, todos los niños corrieron hacia él encantados por su chispa y sus excéntricas y coloridas vestiduras.
Meredith y Lexie fueron más tímidas y se quedaron cerca del árbol contemplando cómo tras el tío Richard, el servicio de la tía Susan cargaba cajas y cajas que presumiblemente eran de regalos.

Cuando el tío Richard terminó de repartir regalos entre los niños que asistieron, comenzó a repartir regalos entre los grandes; desde lujosos vestidos y trajes, hasta collares preciosos, y para la Tía Susan, joyas y anillos fueron envueltos con delicadeza.

—¿En dónde están mis sobrinas?— preguntó Richard hacia su exmujer con un ápice de coquetería en su voz

—Bajo el árbol, te ven como si fueras Papá Noel— agregó Susan con una ligera sonrisa

—Quizás lo soy.

—No creo, el señor Klaus jamás dejaría a su esposa por meses en busqueda de tontas aventuras— atacó Susan de manera pasivo-agresiva hacia el primero de sus tres ex-esposos.

Richard rió ante las palabras de May, dio media vuelta y se acercó a los niñas con dos cajas envueltas en brillante papel rojo. Apenas se acercó a las chicas y las distinguió al instante.

—Tú debes ser Lexie— Richard se acercó a la chica y le entregó una de las cajas. —Esta es para ti; una niña muy valiente

Lexie abrió el regalo y encontró una docena de soldaditos de plomo con sus trajes finamente detallados.

—¡Los pondré a combatir contra los enemigos! — aseguró la menor acercándose a la chimenea para ponerlos en formación

Richard se quedó con Meredith, de manera tierna acarició su cabeza y le entregó la segunda caja.

—Y tú eres Meredith, la de buen corazón

Meredith sonrió apenada y abrió lentamente la caja, descubriendo dentro de esta múltiples piezas de preciosa porcelana que formaban figuras de bailarinas de ballet.

—Son... ¿Son decoraciones para el árbol de navidad?— preguntó acariciando las figuras, se preguntó si su tío/padrino Richard sabía lo mucho que le gustaba el ballet. La tristeza la invadió; no había bailado desde que murieron sus padres y se preguntó si podría hacerlo de nuevo.

—Sí — afirmó Richard — Algún día formaron parte de la decoración en un prospero y feliz reino.

—Yo... Gracias, sé que a Susan le encantarán

Richard pensó un momento y acarició una vez más el cabello de la joven

—Tienes razón, estas son más decoración para Susan que para una chica como tú... Menos mal que tengo algo muy especial para ti– Richard le mostró una caja envuelta en papel brillante rojo y dorado que de manera inmediata llamó la atención de Lexie desde la chimenea.

Meredith tomó entre sus dedos la caja y llena de ilusión cuidadosamente la abrió, descubriendo en su interior una preciosa soldado de cascanueces tallada en madera de pino, pintada detallada y finamente.

—Es hermosa— susurró viendo el utensilio

—Le perteneció a un gran rey y su hijo, todas las navidades la colocaban al centro de la mesa— explicó Richard entusiasta — Era una tradición

—¿Es el mismo rey de los bailarines de porcelana?— preguntó Meredith ilusionada

—Sí, de hecho es el mismo

—¿Y porqué me estás dando sus cosas?

—El rey murió, y este año no celebrarán navidad porque el reino... Bueno, está en decadencia.— Richard le restó importancia al asunto, pero el corazón de Meredith se contrajo de manera violenta al imaginar el hecho, tomó entre sus manos delicadamente a la cascanueces y la abrazó.

—Mis padres murieron, este año tampoco hay navidad para mí... Pero no tienes que estar sóla Cascanueces, yo cuidaré de ti— susurró sintiendo repentinamente que la soldado de madera también estaba triste.

Richard sonrió y lentamente se alejó de la joven, dirigiéndose hacia Susan.

Conforme la noche avanzaba, Meredith platicaba más con el utensilio, le contaba que ella también solía cenar feliz con su familia, le contaba que estaba triste, que esta navidad no se sentía como tal y que en su corazón era como si también hubiera perdido todo un reino.

La orquesta que Susan contrató comenzó a tocar a Chaikovski, Meredith recordó todo el tiempo que pasó bailando junto a su madre, lo dichoso que su padre lucía contemplandolas y casi sin darse cuenta, comenzó a girar con el cascanueces en manos.

Parecía la perfecta sincronía de dos plumas, Meredith se movía de manera lenta y fluida, sus manos luciendo con gracia y sus ágiles piernas posandolo como una escultura tallada por un celoso artista. Y cuando Meredith abrazó una vez más a la cascanueces sintió un latido proviniente del pequeño pecho de madera. Pero antes de poder hacer algo al respecto, su hermana Lexie se acercó a ella y de una manera violenta intentó arrebatar a la cascanueces de sus manos, sin embargo, la había abrazado tan fuerte que el intento de Lexie fue infructuoso, y culminó una Meredith que perdiendo el equilibrio calló con una cascanueces rota al que le faltaba su brazo derecho.

Y como con la muerte de sus padres, Meredith sintió el dolor y la navidad resbalandose como agua entre sus manos.

El Cascanueces - Meddison G!PKde žijí příběhy. Začni objevovat