4-. Enferma

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—Tu corazón está lastimado, pero ahí está, sino, no latería como lo sentí, yo sé que serás una buena reina— susurró Meredith tomándole de la mano

—Odio navidad, hay tanto dolor... Ya no tiene sentido nada, todo es vanidad, egocentrismo, mañana es navidad y no podría importarme menos

—Conozco ese sentimiento— admitió Meredith—Es un mundo injusto en el que vivo, hay mucho dolor, sufrimiento y tristeza...

En ese momento una gran estrella brilló en el firmamento y las pequeñas hadas comenzaron a revolotear por el lugar.

—¿No nos queda nada?

—Nos queda la ilusión Addison, la ilusión de darle un pequeño regalo a quienes amamos, la ilusión de compartir una comida con la familia que aún nos queda, la ilusión de hacer algo bueno por un extraño... Hay cosas que aún no hemos visto, cosas que aún no hemos hecho, y un acto de bondad desinteresado siempre provocará otro... Quiero regresar a casa y darle un abrazo a Susan porque yo perdí a mi padre pero ella también perdió a su hermano, quiero regalarle a Lexie el libro de "El principio" porque ella no conoce la ilusión de levantar la vista al firmamento y preguntarse si la rosa sigue con vida... Tienes que regresar y ser reina, que el corazón roto que te dejó Derek no impida que seas la luz en el camino de todos los habitantes, tienes que construir las casas de jengibre y veras que tu padre desde donde se encuentre, estará maravillado con tu felicidad... Celebra la vida Addison, y honra a los que ya no están.

Meredith estaba tan ilusionada con lo que su corazón gritaba, que abrazó sin pensar a Addison.

—Tienes razón, hay una persona que pude quitarme la forma de cascanueces y devolverte a tu mundo...— la Cascanueces tomó el rostro de Meredith con genuina alegría—Es el Rey de chocolate, vive al otro lado de las montañas.

—¡Pues vamos!— animó la menor levantándose— caminemos toda la noche si es necesario

Y así lo hicieron, caminaron guiadas por la luz de la luna, confiadas de que al cruzar la montaña en el reino de chocolate, habría una esperanza para ambas.

Al llegar los primeros rayos de luz, y subieron la montaña, lograron ver el castillo hecho de chocolate, tan majestuosamente tallado como para ser digno de reyes.

—Ese es el castillo Mered...

Las palabras de la Cascanueces se vieron interrumpidas por la tierra que comenzó a temblar bajo sus pies, al girar, notaron un gigante de roca que se acercaba a ellas con furia.

—Es el rey rata, ha usado su cetro para darle vida— informó Addison corriendo con Meredith de la mano— ¡Solo el príncipe de chocolate puede salvarnos!

Ambas corrieron, sin embargo al bajar la montaña, notaron que un gran lago de leche congelada las detenía de llegar al castillo.

—Vamos Meredith, tendremos que cruzarlo, es la única manera— animó la Cascanueces pisando el hielo, sin embargo, al dar unos pasos más a la profundidad, el hielo se rompió bajo ella y calló perdiéndose dentro del inmenso lago.

—¡No! ¡Cascanueces!— imploró Meredith viendo como el gran gigante de piedra entraba al río y rompía el hielo hasta encontrar al muñeco de madera.

Meredith lloró al contemplarla, Addison inerte siendo cargada por el gigante en dirección desconocida ¿podía estar muerta? No podía perder a alguien más, así que decidido, corrió tas el gigante, siguiéndolo hasta lo que una vez fue el castillo del Rey de Caramelo, el padre de Addison.

Cuando el gigante de piedra llegó al castillo, se presentó frente a Derek "El rey Rata" y dejó a la Cascanueces en el piso. Addison lucia enferma, la madera no debería mojarse, por lo tanto tras haber caído en el río de leche, todo el cuerpo de la cascanueces -hecho de madera- comenzaba a hincharse, aplastando su corazón.

—Addison, mi reina— se burló Derek al verla mojada —¿Quién creería que estabas tan necesitada de afectó que al mostrarte la mínima atención caíste rendida?

—Juraste que me amabas, pero no es así, amabas la riqueza de mi padre, amabas el puesto que te dio, amabas ser más que una simple rata, siempre odiaste tu naturaleza... Me viste débil y me usaste.

—No te equivoques Cascanueces— bufó Derek—. Yo te amaba, pero cuando se me dio la oportunidad de elegir entre una idiota con problemas emocionales y un reinado con poder... Bueno, no fue difícil elegir.

—No mientas, no me amaste

—Lo hice, aunque lo niegues, te amé Addison, de no hacerlo te habría matado... Pero ahora que ibas a buscar al rey de chocolate para derrotarme, me temo que tendré que dejar que la madera aplaste tu debil corazón ¡Ratas! Llevensela al calabozo, déjenla morir ahí.

La Cascanueces no pudo moverse, sus piernas repentinamente no la obedecían, y se dejó arrastrar por las ratas con él corazón roto siendo presionada cada segundo más por la madera de su torso.

Cuando llegó al calabozo y pasó las primeras horas en el lujubre y húmedo lugar, pensó mucho. Pensó en lo que habría podido hacer de su reino, pero sobretodo en Meredith, porque ella no tenía un reino, pero tenía una familia aún - más pequeña- pero era su familia, y lamentó no poder estar en la cena navideña para poder verlos juntos.

—Ojalá hayas encontrado al príncipe de chocolate Meredith, ojalá estés en tu casa... Para ti aun hay oportunidad— murmuró la Cascanueces como un último deseo de navidad

—No quiero ir a mi hogar si no me aseguro que tu tendrás el tuyo— murmuró Meredith que ya había llegado al calabozo tras seguirla

—No hay esperanzas para mi Meredith, mi corazón duele, está siendo presionado por la madera... Pronto no podrá latir

—Me quedaré contigo Addison hasta que encontremos una forma— juró Meredith abriendo el calabozo con un par de llaves que había robado— y si no hay forma, prometo estar aquí hasta que tu corazón deje de latir— susurró abrazando a la Cascanueces con delicadeza mientras un par de lágrimas se desbordaban por sus mejillas— Porque le diste sentido no sólo a la navidad, sino a la vida... Y eres la luz que necesitaba, aunque sólo veas obscuridad en ti, eres luz para mi...— Meredith se inclinó y suavemente besó los labios de Addison, sintiendo el amor en cada célula de su piel.

—Muy bonita platica— murmuró el hombrecillo ruso de bastón de Caramelo haciéndose presente, entrando al calabozo — Princesa Addison, lamento no haberla reconocido antes, pero un amigo siempre ayudará a otro y el centro del rey rata podrá devolverte a la normalidad... Solo necesitamos una bonita distracción— murmuró lanzandole a Meredith un vestido de chocolate con unas bellas zapatillas

El Cascanueces - Meddison G!PWhere stories live. Discover now