Invierno

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Cuando era niña solía disfrutar la nieve. Me parecía lo más cercano a la magia, en un pueblo tan tranquilo como Hometown.

Siempre me emocionaba ver desde el amplio salón de mi casa las primeras nevadas e imaginar que ángeles de invierno congelaban una a una las hojas de los pinos ornamentales del exterior.

Dess me llevaba a jugar con los vecinos a las bolas de nieve, usualmente. Yo era pequeña, pero sabía que tenía una razón "bastante personal" para hacerlo. Casi siempre la veía espiando entre los árboles al pequeño Asriel, que usualmente regaba flores junto a su papá, o limpiaba el pórtico, o ayudaba a su madre a tender la ropa. Las alegres melodías la hacían día con día interesarse más en él, hasta que se hicieron amigos.

A mi no me gustaba mucho su cercanía porque eso significaba que tenía que jugar con Kris. No me malinterpreten, él era tranquilo la mayor parte del tiempo, pero le encontró el gusto a hacerme saltar del susto, así que usualmente me acechaba en un arbusto y salía de la nada haciéndome saltar como 5 metros desde donde estaba. Con el tiempo ya no resultaba porque veía un par de cuernos rojos sobresalir en el follaje.

Uno de esos inviernos fue especial porque empezaría a ir a la escuela, a la clase de la señora Toriel, lo que hacía muy felices a mis padres y hermana. Ahí también estaría Kris, por lo que mi hermana tomando un bate me aseguró que como ese niño me siguiera molestando, lo molería a golpes con el permiso de todos los renos del mundo.

Pasaron las Navidades y mi padre me regaló mi primera mochila y un estuche lleno de lápices para compartir:- Siempre se amable, pequeño rollito de canela. Muestra tu amabilidad hasta a las personas más serias. Te aseguro que ellas son las que más necesitan de nuestros gestos nobles- dijo mi padre besando mi frente.

Que ganas de volver a esos tiempos. Papá, Dess, ojalá supieran como extraño esos días.

❄Tumba de Nieve❄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora