EPISODE ELEVEN

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Rodó en la cama, soltando un poema de maldiciones y palabrotas mientras de paso gruñía cual perro rabioso

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Rodó en la cama, soltando un poema de maldiciones y palabrotas mientras de paso gruñía cual perro rabioso. La luz de la habitación estaba apagada, sus sábanas cubriendola hasta la cabeza y la puerta asegurada con la mesita de noche. Todo dentro de la habitación parecía en calma, pero desde el exterior se escuchaba una pista electrónica a todo volumen, además de fuertes gritos y risas.

La segunda noche, y quería estrangularlos uno a uno con sus bonitos guantes de látex.

— Chishiya jodido timador.

Nueva enseñanza: los japoneses de cabello teñido de rubio eran peligrosos para su integridad.

EPISODE ELEVEN
CLEVER GIRL

El estómago la rugía, y el reloj marcaba las diez de la mañana. No había salido desde la habitación desde que llegó, ya que incluso lo que debía lavar Ann se lo llevó en una cesta. Estaba claro que la mujer sentía lástima por ella, pero lejos de enfadarla, la alegraba por la capacidad que la daba para usarla como recadera. Podía exagerar un poquito, y tenía ya a alguien incluso trayendo su comida y tan sólo teniendo que salir para los juegos. No era muy lejano a como solía vivir, encerrada en cuatro paredes más pequeñas que esa habitación y nadando entre libros y desinfectante.

A las diez y dieciséis, alguien llamó a la puerta.

Su primera reacción fue cerrar de golpe el libro que leía. Por supuesto que sabía la página, por lo que no la preocupó en absoluto. Como un gato, se deslizó sigilosamente hacia la puerta, manteniendo una postura tensa de mera defensa por si había alguien desagradable tras ella. Ann la había advertido cuando trajo las sábanas limpias que había un grupo de locos que se hacían llamar Paramilitares de los que tendría que cuidarse.

— Por favor, Minhee, ten cuidado con ellos — parecía casi asustada, viéndola colocar las cosas limpiar por su habitación con un aura de satisfacción—. ¿Me estás escuchando?

— Por supuesto — afirmó, guardando las sábanas en una zona apartada especialmente para ellas—. No me tomes por idiota, jamás me acercaría a tales sujetos.

— No te tomo por idiota, Ahn, no pienses eso — negó, mirándola atentamente. Se detuvo en medio de la habitación, escuchando atentamente lo angustiada que parecía—. Si alguno de ellos te lanza el ojo, ya no podrás escapar, y es horrible ver a tantas chicas encerrarse en sus cuartos esperando la muerte...

— ¿Te refieres a...?

Ann asintió.

— Eres linda, extranjera e inteligente — se acercó un paso, lo suficiente para no invadir su espacio pero para que la conversación pareciera más íntima—. Esconde tu acento, no les mires a los ojos y nunca hables con ellos.

𝗣𝗛𝗢𝗕𝗜𝗔 ━ 𝘈𝘭𝘪𝘤𝘦 𝘐𝘯 𝘉𝘰𝘳𝘥𝘦𝘳𝘭𝘢𝘯𝘥Where stories live. Discover now