Te atrapé (GilgameshxArturia)

"El tesoro más preciado"

El rey la pasaba de mal humor, con el tiempo dejo de salir de su oficina y pocas veces tenía apetito vino era todo lo que ingería y esto lo terminaría matando.

Isthar, Isthar; esa maldita diosa en cuerpo humano que ya no aguantaba por esposa solo la pasaba molestando y viviendo la vida como si fuera un faraón egipcio.

—Isthar, ya te he dicho que no puedes pasar a mi oficina— la diosa entro de todas formas y se sentó arriba del dorado escritorio
—Majestad ya deja de ser tan amargado; si quería tomarte por marido es porque se que fuera de esa cara de pocos amigos sabes cómo divertirte
—Eso ya terminó, no quiero divertirme mucho menos contigo
—Gil, deja de pensar en ella; ella ya no está ¡Acéptalo y ya!
—¡La encerraste en un templo sagrado! y ¿¡quieres que deje de pensar en ella!?
—¡Por eso la encerré! ¡Es un maldito estorbo y aún encerrada lo es!
—Largo.— Sin más Isthar salió de la oficina lloriqueando como una niña y Gilgamesh se volvió a servir una copa de vino tratando de aguantar las lágrimas que luchaban por salir.

Y así siguieron pasando los días y llegó el primer festejo en Uruk, era el aniversario de el sacrificio de Lugalbanda y Ninsun así que si o si Gil debía estar presente.

Debía presentarte al lado de su esposa cosa que no le causaba alguna simpatía así que el día simplemente camino al lado de ella sin siquiera mirarla. El pueblo parecía feliz de ver a sus monarcas así que daban alabanzas y gritaban buenos deseos para sus reyes.

Isthar parecía estar en un desfile saludando y sonriendo a todos los invitados al banquete hasta que algo llamo la atención de nuestro rey rubio; una mujer bajita rubia de ojos verdes se escondía entre la multitud evitando a toda costa estar en un lugar sola su ropa era digna para la ocasión y en su cabeza portaba un arreglo de flores azules y blancas.

La muchacha salió de la habitación de banquete en cuanto vio a los invitados sentarse a la mesa; el rey noto esto así que se levantó de su asiento sin dar explicación alguna y mientras todos le preguntaban a dónde iba el solo ignoro.

Salió de la sala de banquete y miro a aquella jovencita tan elegante con su arreglo tan llamativo.
—¿No te gusto el banquete?— preguntó tratando de averiguar el motivo de la incomodidad de su invitada
—Estoy buscando a alguien pero quién estoy buscando no está adentro— su cabeza se mantenía agachada parecía tener miedo como si al alzar la mirada su bienvenida fuera a ser un golpe
—¿A quien buscas? puedo ayudarte si me dices como te llamas
—Yo soy, Arturia; Arturia Pendragon vine con un acompañante estamos buscando al rey de Uruk pero nos hemos perdido y el se ofreció a buscar una salida pero lo he perdido— Gil sintió algo atravesarlo ¿No ella estaba encerrada? el había puesto su esfuerzo en saber dónde estaba pero ahora había aparecido así porque si; no lo creía.

Pero de pronto un chico algo alto y delgado con piel blanca y un largo cabello de color verde se acercó corriendo hacia la rubia.
—¡Enkidu!
—¡Saber!— ambos se abrazaron y luego miraron a Gil que aún parecía estar procesando lo que acababa de pasar
—Yo soy el rey de Uruk— fue lo único que pudo decir el rubio que tenía una gran confusión en su cabeza.

—Gil, Arturia perdió la memoria después de tanto tiempo en ese templo y como si eso no fuera suficiente Isthar se encargo de torturar su mente; yo sé que esto es repentino pero queremos escondernos antes de que se de cuenta que estamos aquí— Gilgamesh miro el rostro de su amada, si esa era su princesa Pendragon pero ahora su mente estaba llena de confusión y miedo.

Gilgamesh los llevo a una habitación en las partes alejadas del palacio y una vez ahí les dijo que si querían algo el se los llevaría personalmente.

—Enkidu, ¿crees que pueda recuperar sus recuerdos?
—Lo hará, cuando Isthar me encerró ahí la vi y hasta me pudo contar como Isthar la encerró ahí diciendo que eso sería lo mejor para ti y para ella
—Crees que aún me quiera
—Si que la extrañabas verdad, por cierto mis lamentos por tus padres amigo— Gil solo sonrió para luego acercarse a Arturia que parecía una pequeña niña mirando por la venta con emoción, el rubio se acercó y la abrazo por detrás tomándola del abdomen.

—Te atrapé princesa Pendragon.

Volví después de mil años