Hogar

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Cuando por fin se dejó caer en los escalones de la entrada jadeaba con fuerza y parecía que el corazón se le iba a salir del pecho.
Oyó cómo a su espalda se abría y cerraba la puerta.

Sonrió y alzó la cabeza.

-Gracias -consiguió decir entrecortadamente mientras sus ojos ascendían a lo largo de aquellas piernas enfundadas en pantalones y la camisa de algodón hasta el rostro serio de Yibo.

-¿Dónde demonios estabas?

La sonrisa de Zhan se congeló en sus labios.

-Dando un paseo. Necesitaba aire.

-¿No has visto que venía la tormenta?

-Llegó más rápido de lo que pensaba -dijo él con una suave risa, decidido a no permitir que le arruinara el momento-. ¿No es increíble?

-Lo que es peligrosa. Entra en la casa y quítate esa ropa.

-Me he mojado un poco, ¿no? -dijo él, y sintió que la mirada de Yibo recorría su cuerpo, aunque su gesto no se ablandó.

-Vamos, Zhan, quítate eso de una vez.

-Muy bien -dijo él obediente, y empezó a bajar el cierre. Primero se quitó la parka y la tiró al suelo. A continuación se sacó las botas y los calcetines. Y se estaba desabotonando la camisa cuando unas fuertes manos lo tomaron y lo alzaron en el aire en un fluido movimiento.

Aquello ya había ocurrido antes. Pero esta vez Zhan no se reprimió y pasó los brazos alrededor del cuello de Yibo apretándose contra su cuerpo.

Wang se detuvo en seco.

-Sigo estando enfadado, ¿sabes?

Él sonrió.

-Lo sé.

-Se estaba haciendo tarde. No sabía adónde habías ido -sus brazos lo apretaron contra su pecho con fuerza, en contraste con la ternura de su voz-. ¿Por qué me dabas las gracias?

-¿Cómo dices?

-Cuando he salido, me has dado las gracias.

-Oh, por obligarme a permanecer en casa. Por hacerme frenar un poco y darme la oportunidad de correr bajo la lluvia.

Dicho en voz alta resultaba algo absurdo, pero Yibo inclinó la cabeza y lo besó en la frente con una sonrisa.

-De nada.

Lo sostuvo con un brazo mientras abría la puerta, pero con el cambio de peso su torso se apretó contra su torso y sus pezones respondieron endureciendose al instante y despertando el deseo hasta en el último rincón de su cuerpo. Zhan le agarró la camisa y desabrochó con impaciencia dos botones, metiendo una mano por la abertura y tocando sobre el corazón de Yibo, que latía desbocado, para luego acariciar sus pectorales. Uno de sus pies descendió hacia la muy abultada erección de Yibo y la acarició fugazmente. Wang se detuvo en seco en el centro de la cocina.

-Tranquilo, cielo, o no llegaré más allá de la mesa.

-¿Y eso sería un problema? -preguntó él imaginando el tacto de la suave madera pulida contra su piel.

Wang rió suavemente y siguió caminando hacia su dormitorio.

-Hay que quitar estos pantalones -dijo con tono autoritario pero con aquella voz aterciopelada que hacía milagros en su cuerpo.

-Todos tuyos -dijo él con una sonrisa pícara.

Yibo le desabotono los pantalones con dos dedos y tiró de la cremallera. El dorso de su mano rozó el vientre de Zhan, que aspiró profundamente. Aquellos dedos se demoraron en su ombligo antes de explorar la suave curva de su vientre y deslizarse por debajo de su bóxer.

UNCONDITIONAL TO YOUWhere stories live. Discover now