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Parecía un mini piso. Las paredes estaban pintadas del mismo color violeta oscuro que el cuarto de Agnès de hacía siete años. En la pared del fondo había una gran televisión enfrente de dos sofás. En la esquina de al lado un pequeño baño con paredes pero sin puerta, y en la contraria, una cama de matrimonio. La bombilla no daba mucha luz, pero durante el día supuse que entraría bastante gracias a la ventana que había.
Dejé de observar los detalles cuando me di cuenta de que había una persona tirada en el sofá. Me asusté de primeras, ya que no me esperaba nadie allí.

-¡Hola!- saludó. Parecía bastante majo.

Debía tener unos veintitantos. Lucía el típico corte de pelo que llevaban la gran mayoría de chicos, moreno y bastante fuerte. Eso fue lo único que pude apreciar desde un primer instante.

El Guillem le respondió.

Entramos y cerró la puerta a su vez, él empezó a quitarse los zapatos y a acomodarse en el sofá junto a su amigo, pero yo me quedé plantada enfrente de la puerta inmóvil, me sentía incómoda y tenía muchísima vergüenza.

<Tierra trágame>.

-Niña ven, que no mordemos- dijo el Guillem entre risas cómplices con su amigo.

Dejé la pequeña mochila en la cama y me quite la chaqueta que me había dejado. Después de eso me senté en el sofá que quedaba libre e intenté formar parte de la conversación. Al principio me sentí un poco inútil porque estaba tan nerviosa que se me trababa la lengua al hablar, pero poco a poco fui cogiendo confianza.

-Ah por cierto- dijo el Guillem cortando la conversación, -¡que no os he presentado! Jessica, Arnau...-dijo señalando- Arnau, Jessica-.

-Encantada- dije intentado ser educada.

-Igualmente nena- sonrío. De repente miro al Guillem y cambió la conversación. -Hermano, ¿te has dado cuenta de que estamos aquí tres fugitivos?-.

Se empezaron a reír y yo no le encontré la gracia. No lo pillaba, así que pregunté el por qué.

-Es que no solo te busca a ti la policía. Nosotros el otro día nos dimos a la fuga- me explicó Arnau.

-¿Qué?- pregunté intrigada. -¿Qué hicisteis?-.

No me respondió. Cogió el móvil y empezó a mirar unas cosas, en ese momento diría que se me quedo cara de tonta gracias al vacío que me hizo.
Me revolví incómoda en el sillón y miré al televisor para disimular, hasta que me llamo.

-Mira- dijo a la par que sostenía el teléfono.

Parecía ser una captura de pantalla de una publicación que había subido una cuenta de noticias en Lérida. La imagen era un coche destrozado ante el impacto de una cabina de la "ONCE", y tres chicos, dos de ellos, Arnau y Guillem.

-Ostia- me salió sin querer.

-Nos estampamos contra la cabina esa, y no quedo nada de ella. Menos mal que no había nadie vendiendo las loterías esas porque si no, lo hubiéramos matado-.

-Ostia- volví a decir.

-Pero- añadió el Guillem, -es que si lo llegas a ver... Nos estaba siguiendo la policía, y el tonto este se pensaba que estaba en una película de carreras o algo, que siempre salen bien, pero no, iba a doscientos por hora como mínimo y no giraba. Había una puta rotonda y siguió recto, y entonces nos estampamos-.

Yo estaba flipando.

-Y, ¿no os hicisteis nada?-.

Guillem me levanto el brazo y vi que tenía una venda puesta.

-Me hice un rasguño, nada más, y eso que fui el único- dijo mientras se rozaba el vendaje con la mano.

-Capaz de matarnos- añadió el otro.

-Entonces por eso estás aquí- dije casi como pregunta.

-Exactamente, llevo sin dormir en casa desde entonces. Solo salgo a la calle para trabajar y luego me vuelvo-.

. . .

Se abrió la puerta de repente.

Siete días y medioOnde histórias criam vida. Descubra agora