0

33 2 0
                                    

Corría el año 1222, los reinos de agua y de tierra comenzaban a tomar forma. Los dragones y grifos sobre volaban las tierras dando al cielo una vista magnífica cuando el atardecer llegaba. Las últimas edificaciones de castillos que se habían comenzado en cada uno de estos llegaban a su fin y algunos otros apenas daban comienzo para las familias más acaudaladas que comenzaban a asentarse, aunque estos castillos no eran tan imponentes como los de las familias reales.

Gran parte de los diferentes reinos estaba regidos por dos familias reales quienes sólo se encontraban para realizar algún acuerdo entre la gente terrestre y la gente de agua en algún punto medio entre sus pueblos.

Para el año 639 sólo un reino había podido ser domidado por una sola familia y posterior a este, casi 400 años más tarde, otro reino sería dominado de la misma manera, siendo este último poco conocido por pobladores extranjeros pues se decía que esa tierra estaba maldita ya que sus reinas desaparecían misteriosamente tras haber dejado uno o dos herederos para tomar el trono.

Durante siglos, las criaturas mágicas que vivían dentro de los terrenos y aguas de estos reinos se habían escondido de la vista humana, aún más las criaturas que vivían en la superficie puesto que, no conocían nada de esos seres que talaban sus árboles para construir casas o robaban frutos de estos mismos para comer. Incluso, habían tachado de barbarie la caza de los inocentes animales de los bosques que también servían como alimento para los humanos.

El primero en dar un paso hacia los humanos fue el rey de los elfos del norte: Draken. Un rey sumamente sabio, bondadoso, justo e incorruptible. Se había dado a la tarea de ser el porta voz de todas las criaturas y de llegar al mejor de los acuerdos para que todos pudiesen coexistir de la mejor manera entre las bastas tierras.

La presencia del rey elfo apenas entrar en el pequeño pueblo que aún era Berskol fue abrumadora.

Fue en el año 1100 cuando aquella criatura con pasos firmes y elegantes se dirigía al castillo de los reyes. Su figura alta y esbelta no pasaba desapercibida por nadie, sus cabellos largos y dorados como los rayos del sol enmarcaban su serio rostro de una manera en que las palabras de los campesinos que le vieron apenas alcanzarían a poder describir.

-He viajado a lo largo de todos los reinos. - Comentó una vez el rey aceptó tener una charla con él en el gran comedor del castillo -he hablado con los reyes y reinas haciendo acuerdos para que todas las criaturas vivas, mágicas y no mágicas que habitan los bastos bosques y profundas aguas puedan convivir en armonía con los humanos. Este es el último reino y tengo entendido que gobiernan ambos reinos: Ikhr y Berskol.

El rey asintió, algo en aquel elfo le daba la impresión que, de negarse o querer sacar a las criaturas mágicas de aquellos lugares, él mismo no tendría un buen final, no obstante, también tenía una energía pacífica que llenaba, a su parecer, toda la edificación en donde se encontraban.

No pasaron más de tres horas en que estuvieron sentados, discutiendo y proponiendo ideas el uno al otro para que todo marchara en orden y armonía. No hubieron discusiones ni gritos, ni enfado por parte de ninguno, la diplomacia que mostraba el rey de los Elfos no era más que el reflejo de todos sus años vividos y contacto con humanos a lo largo de estos aunque, a decir verdad, esta era la primera vez que lograba en todas las tierras y aguas visitadas, poner fin a la guerra entre humanos y otros seres.

Fue entonces a partir de ese momento en que la amistad entre el reino de los elfos de norte y la familia real de Berskol nació.


Winter MoonWhere stories live. Discover now