Capítulo 9 "El pedido de las brujas"

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— ¿Sabes que aún estoy enamorado de ti? —inquirió Isac acostado al lado de Triana; ambos estaban desnudos y tapados con las sábanas de seda blanca.

Triana se removió entre la ropa de cama y miró a los ojos, soltando chispas de amor de ellos.

— Aún sigo sintiendo que esto no es real —continuó él—. Es como si tu me hubieras hechizado con un amarre de amor o una pócima de pasión.

Isac entrecerro los ojos y la miró con leve sospecha.

— No lo has hecho, ¿no?

La rubia alzó una ceja interrogativa.

— ¿Si te digo que sí no correrás?

Isac esbozó una mueca y movió la cabeza de un lado a otro.

— Bah, no me quejo. —Se encogió de hombros, pero su faceta de diversión pasó a una más seria—. Ahora tengo hogar, un lugar donde siempre me sentiré protegido.

Triana se acercó a su esposo y plantó un beso en sus labios. Uno lleno de dulzura y amor.

— Y tú mi luz en la oscuridad. —Sonrió ella.

Y así se quedaron por varios segundos; admirando el rostro de cada uno.

Isac estaba enamorado de Triana como el primer día que la conoció, mientras que ella le quería tanto que aveces pensaba que el corazón le explotaría de tanto amor.

Pero el momento le cortó un pensamiento a Triana.

— Debemos irnos —dijo ella—. Charlotte y Frederick nos esperan.

— Sólo espero que aún no nieve. Odio la nieve.

Triana se levantó y se puso la guata.

— Me daré vuelta —murmuró Isac, y ella lo miró con extrañeza.

— ¿Por qué?

— No creo poder contenerme. Te llevaré a la cama y te haré rogar... y llegaremos tarde.

La muchacha soltó una risa.

— Créeme que si llegamos tarde Charlotte soltará su nuevo carácter de madre y no quiero ver eso. —Se colocó el corsé y lo pasó por los hoyuelos con tanta ligereza que sorprendió a Isac.

— La última vez me tiró una manzana a la cabeza por no haberle dado el tenedor en vez del cuchillo. Y aún me duele un poco...

El castaño se vistió acorde al clima: frío  pero con algunos rayos de sol que ayudaba al día gélido. Por otra parte Triana se abrigo con su chaqueta de algodón y guantes que combinaban con el vestido púrpura.

Cuando los dos estuvieron listos, salieron de la cabaña y se dirigieron a la casa Mayor, donde Charlotte los esperaba con Shopie en la carriola y Frederick abrigado de la cabeza a los pies.

— ¿Es Frederick o el hombre de las nieves? —inquirió Isac.

Su hermano le echó una mirada envenenada, pero casi ni se notaba ya que los lentes estaban empañados.

— Hace demasiado frio, no me juzgues —se defendió.

Su hermano soltó una risa.

— Ahora en vez de un hermano tengo un perchero. Qué cosas que nos da la vida, ¿no?

Luego de varios comentarios de Isac a su hermano sobre que se parecía a un perchero humano y que lo confundirian con el hombre de las nieves los cuatro salieron rumbo a Colorado, la casa de las brujas.

Entre luces y sombras [SED DE SANGRE 3]  Where stories live. Discover now