Capítulo 1. Bajo Cero

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El despertador interrumpe mis sueños y lo apago con fastidio, pues he pasado mala noche. Una vez apagado retiro la acogedora cobija que cubre mi cuerpo mientras mantengo los ojos cerrados.

Me quedo unos segundos analizando todo lo que pasó en tan poco tiempo ¿como terminé aquí? Tenía una vida en Londres, una vida que en un abrir y cerrar de ojos me habían obligado a dejar en el pasado.
Siempre he creído que los cambios son buenos, pero ahora que lo veo de esta perspectiva, comienzo a creer que estaba equivocada.

Suelto un suspiro y finalmente abro los ojos, pero los primeros rayos de sol que se cuelan por la ventana aterrizan sobre mi rostro, obligándome a cubrir mi rostro entre mis manos.

Se que debo bajar, sin embargo, no lo hago.

—¡Francia! —escucho el grito de mi madre proveniente del piso de abajo, pero estoy demasiado cansada como para emitir una palabra— ¡Apresúrate!

Fastidiada, me levanto de la cama e inmediatamente el frio proveniente del piso ingresa a mi por las palmas de mis pies, ocasionando que un pequeño escalofrío recorra mi cuerpo entero. Camino entre las cajas de la mudanza hasta el baño, abro la regadera y voy retirando la pijama lentamente, pues aún no despierto del todo. Al caer la última prenda, el ambiente frio contrasta con los rastros que dejo la ropa, inmediatamente se me eriza la piel.

[...]

—Traes todo ¿Cierto?

—Si Larissa —contesto mientras corroboro al checar mi bolso.

—Ya te he dicho que no me gusta que me digas así, al menos no en privado.

—Como digas, mamá —ella sonríe en respuesta y alisa mi cabello con sus manos. Después toma control del automóvil y comienza a manejar.

—Solamente es por hoy, para que conozcas la ruta —asegura.

—¿Mañana ya no me traerás? —volteó hacía ella.

—No, podrás venir sola —se detiene en un semáforo— hoy por la tarde traerán tu carro, no te preocupes por eso —consulta reloj en su muñeca.

Asiento y me coloco los audífonos mientras me recuesto en el asiento.

Voy observando el camino sin prestar especial atención, además, me abstengo de escuchar las indicaciones de Larissa. Ciertamente aun estoy un tanto molesta con ellos.

El sonido de una notificación interrumpe la canción e inmediatamente reviso quien es el remitente.

Hola ¿Cómo va todo por allá?

Una sonrisa invade mi rostro al ver el mensaje de Samantha, mi mejor amiga. Rápidamente tecleo una respuesta:

Normal, voy rumbo para el colegio.

Un "escribiendo..." sale debajo de su nombre.

¿Cómo es?

—No lo sé.

—¿No se supone que irías ayer a conocerlo? —pregunta.

Lo olvidé —admito.

Francia... —regaña.

Me ocupe demasiado acomodando todo —miento.

Bien, pero no estes de olvidadiza. Ya no estoy ahí para recordarte todo.

Genial, gracias por recordármelo.

—No te preocupes, no lo haré.

—Bien, te dejo. Suerte en tu primer día.

—Gracias, cuídense —cierro el chat.

Me entretengo viendo mis redes sociales en lo que llegamos al instituto.

—¡Francia! —agita mi brazo.

Retiro mis audífonos de golpe y volteo.

—Llevo hablándote todo el camino ¿No me escuchaste? —me regaña.

¿Qué obsesión tienen todos con regañarme hoy?

—Hemos llegado —anuncia.

—Gracias por traerme —sonrió a medias.

—Se que no es fácil, pero gracias por hacer lo posible por adaptarte —da un leve apretón en mi hombro izquierdo— anda, se te hace tarde.

—Te veo después —salgo del carro y cierro la puerta detrás de mí— suerte en el trabajo.

Ella sonríe y arranca el coche.

Comienzo a caminar por el jardín hacia la entrada del edificio mientras las altas paredes me atrapan. Me topo con muchos alumnos por los pasillos, posiblemente algunos puedan ser mis compañeros de clase, no lo sé.

—Hola ¿Tú eres Francia Johnson? —pregunta una mujer de estatura media, cabello negro y ojos miel.

—Hola, si soy yo —sonrío y extiendo la mano.

—Soy Helena, Helena Richards, mucho gusto —estrecha mi mano y sonríe— soy la asistente de la directora y con gusto te guiaré hasta tu aula.

—Se lo agradecería mucho, señorita Richards.

—Llámame Helena —sonríe— vamos.

Comenzamos a caminar por la escuela, a lo lejos logro ver a una mujer; su porte es elegante e imponente, lo que la hace destacar. Además, su cabello rojo y su atuendo violeta la hacen ver majestuosa. Me perdí analizándola que no me percaté cuando me devolvió la mirada, que le hacia honor a su energía, pues en ese instante logró congelarme más que el frío de la mañana.

Casi lo teníamos todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora