𝟶𝟹. 𝑆𝑜𝑦 𝑎𝑑𝑜𝑟𝑎𝑏𝑙𝑒

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Estaba en una cabaña. Dijeron que era la sala de reuniones donde discutían temas como estos. Aiden estaba allí, con un paño blanco en su nariz, mirándome con extremo odio. Curvé mis labios en una sonrisa. ¿Por qué estaba en problemas? El imbécil reventó su cabeza contra el suelo por su cuenta. No soy culpable de que no piense antes de actuar.

Chuck y el amigo de Aiden estaban allí presentes. Y desde mi lugar, observaba como Alby y Newt entrevistaban al "testigo" del chico con la nariz rota.

- Sabes perfectamente las reglas, novata -me regañó Alby-. ¿Cómo pudiste romperlas el primer día?

- ¿Reglas? -pregunté confundida-. Nadie me dijo las reglas. Solo sé que estamos en un estúpido laberinto.

- Déjame ver si entiendo -dijo Alby colocando su mano en el puente de su nariz-. ¿Sabes que estamos en un laberinto, siendo que eso no deberías saberlo aún y no sabes las reglas? ¿Newt no te las dijo?

- Demonios -maldijo el rubio por lo bajo-. No. Alby, perdón. La chica me estaba exasperando. Solo quería irme.

- Me dijo que fuera por Chuck -dije-. Y como al parecer tengo cara de adivina, me dejó sola. No lo busqué, pero sí encontré a esos dos idiotas molestando a un niño, claramente menor que ellos. Eso me pareció inaceptable e intervine -dije narrando la historia-. Lo insulté, puse la prenda en su cabeza, pero no lo golpeé. Mucho menos le rompí la nariz. El imbécil se lanzó de boca contra el suelo tratando de golpearme.

- ¡No es cierto! -repuso Aiden levantándose de su asiento-. Ella...

Me quedé esperando que dijera algo, pero no necesitó hacerlo. La furia en sus ojos aumentó. Estaba frustrado, porque sabía que lo que yo decía era verdad, y lo que ocurrió fue realmente su culpa. Chuck se paró de su lugar y se acercó a Alby.

- Jenny dice la verdad -dijo-. Aiden se golpeó solo contra el suelo.

Sonreí con cinismo. Acomodé mi cabello hacia atrás y miré a Aiden con una sonrisa victoriosa.

- Muy bien -dijo Alby-. Aiden, una noche en el cuarto oscuro por hacerme perder el tiempo -sentenció, y el acusado suspiró-. Sal de mi vista, Shank.

Ambos idiotas y Chuck se retiraron de aquella sala de reuniones. Cuando me puse de pie, dispuesta a hacer lo mismo, fui detenida por el líder.

- No tan rápido -dijo-. Creo que debes explicar que pasó allá afuera con Gally. Novata, ni un día llevas y ya te ganaste una mala fama -suspiró.

- Es verdad -apoyó Newt-. No puedes andar liándote a golpes con todos. Es una clara... -se detuvo-. Mejor te explicaremos las reglas. Primero que nada, debes hacer tu parte; no queremos holgazanes. Segundo, no atacar a los demás habitantes; no soportamos esos comportamientos. Y, por último, no puedes cruzar las puertas. Morirías en un segundo.

- ¿Alguna otra cosa? -pregunté.

- No -dijo Alby.

Todos nos dedicamos a salir de aquella sala de reuniones, y luego pensé; ¿Por qué no debo salir? ¿Por qué moriría en un segundo? ¿Qué es eso que no me dicen? ¿Por qué la gente de aquí ocultaba cosas? Deben creer que soy estúpida. Pero olvidan que tengo a Chuck, ese chico, suelta toda la información. Y, cuando se da cuenta de lo que dice, ya es demasiado tarde.

Las horas pasaban, las miradas curiosas aumentaban y las palabras de Chuck se hacían eternas. Era increíble lo bueno que era Chuck para hablar. Me comentaba sobre los chicos que le molestaban, los "amigos" que tenía, su primer día en este lugar y por supuesto, la deliciosa comida que Sartén preparaba. Y es por eso que estaba allí ahora, en el comedor, haciendo una fila para tomar un plato de comida y poder ir a sentarme en la mesa con el menor.

𝚈𝚘𝚞 𝚊𝚛𝚎 𝚖𝚢 𝚙𝚊𝚛𝚊𝚍𝚒𝚜𝚎 [𝙽𝚎𝚠𝚝]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora