Capítulo 20

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El Emperador conquistó las tres ciudades principales del Sureste. Él se escabulló en las montañas que bordeaban las ciudades, se mantuvo oculto durante tres días y atacó cuando las defensas del Sureste bajaron la guardia al recibir información falsa sobre su ubicación.

Fue un movimiento impresionante. El ejército del Sur se abrió paso como un abanico, los caballos de guerra relincharon con fiereza a mitad de la noche y el Emperador lideró el movimiento con su sable en alto y su Capitán de confianza a su lado.

Abatieron a los hombres del Sureste gracias a una aplastante diferencia de veinte mil oficiales contra cinco mil, se apoderaron de la ciudad y se mantuvieron ahí durante algunas semanas para recuperar fuerzas, recibir nuevos hombres, hacer planes y realizar el próximo movimiento.

Resguardando la ciudad recientemente conquistadas, uno de los oficiales más capacitados se hizo cargo y a principios de verano, Kim JongIn se dirigió a otra lucha que también liberó.

De esta forma, lento y constante, Kim JongIn fue ampliando su rango de poder a medida que el tiempo transcurría. Ganó algunos enfrentamientos y perdió otros, no obstante, su paso no se detuvo en ningún momento. Él era el hombre reconocido al que cualquier guerrero temía enfrentarse, la muralla imparable del Sur, la roca y el hierro en un cuerpo humano.

KyungSoo sintió alivio con cada nueva noticia hablando de victorias y de la buena salud del Emperador. Algo en su corazón se aligeraba cuando los informes llegaban a las manos de la Emperatriz y ella se encargaba de llevar a cabo los anuncios oficiales al pueblo. Era en esos momentos cuando a KyungSoo no le importaba la soledad y se dedicaba a pensar y orar para el pronto regreso del hombre.

Hoy, no obstante, en medio de sus prácticas rutinarias, fue interceptado por el oficial Jang y sus palabras fueron lo suficientemente delicadas como para minimizar su entusiasmo respecto a las nuevas noticias que envolvían el éxito floreciente de Kim JongIn.

—Descubrimos a un grupo de hombres de identidad sospechosa rondando los alrededores del Palacio en los últimos dos días. He reforzado los guardias y doblado la vigilancia, sin embargo, lo mejor que podría hacer en esta situación es mantenerse en un bajo perfil y no moverse solo en el Palacio. Si puede eliminar sus visitas al Capitán SeungWang durante este tiempo, se lo agradecería mucho, joven maestro.

KyungSoo bajó la mirada a sus zapatos y sus cejas se fruncieron profundamente.

—¿Podría tratarse de algunos bandidos provenientes del Sureste que han venido a hacer desastres y amenazar la cordura del Emperador?

El oficial Jang negó suavemente y sus labios delgados formaron una suave mueca.

—Me temo que no podemos saberlo por completo, joven maestro. Hace algunos meses, Su Majestad había sido informado de un grupo de extraños que habían entrado en la Capital sin ningún tipo de identificación o registros precedentes. Provenían del Imperio Do, así que ellos fueron dirigidos a las tiendas de ayuda para dispersarlos por la Capital y darles una nueva vida. No hemos tenido noticias de ellos desde entonces, pero tampoco podemos mantener este asunto en especial a la ligera.

»En los momentos donde el Emperador abandona el país, la nación es susceptible y vulnerable, por ello deben mantenerse elevadas todas las posibilidades y opciones sin distinción. Aún así, el joven maestro no debería preocuparse; el ejército del Sur es amplio y capaz, lo mantendremos protegido.

—¿El Palacio de las Flores también está siendo cuidado con la misma diligencia?

El oficial Jang asintió y le sonrió ligeramente.

—Sí, no debe preocuparse por sus amigos, joven maestro. Al Emperador no le habría gustado que sus flores más preciadas resultaran lastimadas.

Entonces KyungSoo pudo suspirar con alivio y entrenar sin ningún problema durante la siguiente próxima hora.

El Concubino del EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora